Quiero tiempo propio

No necesito ser Superwoman, necesito tiempo propio. Utilizar eufemismos para hablar de la opresión, embellecer y romantizar el trabajo no remunerado que realizamos las mujeres es también una forma de violencia. Los roles de géneros reproducidos en las propias familias, en las escuelas, entre las y los amigos, entre medios de comunicación y redes sociales a través de la publicidad, la mercadotecnia y el periodismo son violentos, sobre todo porque impulsan una idea de mujeres irreales: hacen de comer, lavan ropa, planchan, lavan platos, limpian pañales, ayudan a hacer tarea a la niña, barren, tapean, friegan, cuidan de los abuelos, van al trabajo, son dirigentas políticas y además excelentes amantes. Sí, impulsar estas imágenes de una forma pasiva- agresiva al poner estándares inalcanzables para nosotras, humanas, con derecho a un cuidado y al tiempo propio.
 
Quienes hoy pelean por el reconocimiento y la garantía del cuidado como derecho constitucional lo hacen en los ámbitos físico, psicológico, económico, social, político y cultural. Se trata de una demanda vinculada al tema de salud, para asegurar el bienestar, el desarrollo y el disfrute personal que deben estar garantizados constitucionalmente. Así, será el Estado quien vele para que existan las condiciones dignas que lo permitan. Además, habremos de saber que es de su interés que estos trabajos continúen realizándose ¿Qué haríamos este país si de pronto no hubiera nadie cuidando enfermas y enfermos en casa? ¿Qué pasaría con la producción mexicana ese día? Sería un desastre. De acuerdo con el INEGI, el trabajo no remunerado equivale anualmente a 5.5 billones de pesos; es decir, al 23.5% del PIB. Sin embargo, a pesar de los beneficios que obtiene el Estado con este trabajo, jamás se ha remunerado y hasta hace muy poco si siquiera era reconocido; mucho menos era admitido que es realizado por mujeres.
 
De ahí que es fundamental que este martes se vote en el pleno de la Cámara de Diputados y Diputadas una iniciativa impulsada por Morena que busca generar un Sistema Nacional de Cuidados donde se involucren la federación y los gobiernos estatales para generar programas con servicios público que atiendan de manera universal, para privilegiar y priorizar a niñas, niños y adultos mayores, así como a quienes requieran atención por enfermedades y discapacidad. Asimismo, esta iniciativa busca reconocer el derecho al cuidado con corresponsabilidad entre hombres y mujeres, porque todas y todos tenemos derecho a cuidar y a ser cuidadas. Deberá ser obligación del Estado promover la equidad efectiva.
 
Si se quiere transformar la vida pública de las mujeres, la 4T no se puede mantener neutral: el involucramiento activo del gobierno en materia de cuidados supone hacer frente a los roles de género, la principal estrategia con la que el patriarcado ha buscado controlar y subyugar al imponer formas de ser, obligaciones, intereses y actitudes por el simple hecho de ser mujeres. Además, esta iniciativa implica hacer justicia para todas las personas que requieran cuidados frente a un país donde históricamente – comenzando por los más pobres- se nos han prohibido y regateado derechos para que hoy haya un reconocimiento y un aval constitucional que nos respalde. Por lo mismo, será fundamental que el martes estemos al pendiente de la discusión en la Cámara y que nos involucremos para que este Sistema Nacional de Cuidados sea público y no privado, con el fin de evitar privilegiar a quienes buscan enriquecerse y favorecer a sus propias empresas a partir de restringir la ampliación progresiva de derechos sociales.  

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