En un acto vergonzoso y antipatriótico, la senadora del PAN Lilly Téllez volvió a mostrar de qué lado juega: del lado de Washington y no del pueblo de México. En entrevista con el medio ultraconservador Fox News, la panista no dudó en aplaudir al expresidente Donald Trump y en pedir, sin pudor alguno, la intervención de Estados Unidos en nuestro país.

Sí, lo que escuchamos es real: una legisladora mexicana rogando por una invasión disfrazada de “cooperación”. Según Téllez, “la mayoría de los mexicanos sí queremos ayuda de Estados Unidos contra los cárteles”. Una mentira a conveniencia, porque lo único que deja en claro es su desprecio por la soberanía nacional y su obsesión por atacar a la presidenta Claudia Sheinbaum y a la Cuarta Transformación.

La senadora no solo pidió que los cárteles sean catalogados como “organizaciones terroristas”, sino que acusó a Sheinbaum y a Morena de ser “narcopolíticos”. El cinismo no tiene límites: la misma oposición que durante décadas se arrodilló ante el narco y el dinero sucio ahora pretende dar lecciones de moralidad.

Téllez fue más allá, acusando que operadores cercanos a la presidenta están vinculados al crimen organizado, sin una sola prueba en la mano. Vieja estrategia de la derecha: calumniar para intentar desgastar. Y como buen eco de la propaganda extranjera, remató criticando la política internacional de México por no someterse a los dictados de Washington, y por mantener relaciones de respeto con Cuba y Venezuela.

¿De qué se trata todo esto? Muy sencillo: Lilly Téllez no habla como senadora de la República, sino como vocera de los intereses extranjeros que históricamente han buscado meterse en México. Hoy pide “ayuda militar” como ayer pedían “tratados desiguales”. Su discurso es la misma cantaleta de siempre: justificar el intervencionismo disfrazándolo de preocupación por la seguridad.

Pero no nos engañemos. Lo que propone Téllez no es cooperación, es entregar la soberanía nacional, abrir la puerta a que el Ejército estadounidense entre a México con el pretexto del narcotráfico y termine imponiendo su voluntad. Eso, en cualquier libro de historia, se llama traición a la patria.

Mientras la derecha claudica, México tiene presidenta y gobierno que defienden la Constitución, los principios de autodeterminación y la solución pacífica de los conflictos. Y es justo ahí donde se marca la diferencia: la 4T defiende la dignidad de México, mientras el PAN vende el país al mejor postor.