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20 años de revolución pacífica

Es una fabulosa y casual oportunidad que mi publicación coincida con el 20º aniversario de la marcha del silencio a favor, de quien es hoy el Presidente mexicano más querido del siglo a causa del desafuero. Aunque dicha figura está contemplada en la Constitución General desde 1982, la palabra no se interiorizó en la mente de la ciudadanía ni se estudió tanto por analistas políticos, hasta 2005, cuando a través de esta acción legal arremetieron contra Andrés Manuel López Obrador, por un supuesto desacato a una suspensión concedida por un juez federal, al construir una calle y conectarla con un hospital, generando un mejor acceso.

Pero vamos por partes, primero un refresco de memoria a las personas lectoras, contándoles el escenario político de aquel abril de 2005. Resulta que el presidente de la nación era el inolvidable (y no por motivos que le honren) Vicente Fox Quezada; momento en el que ya se avecinaba la elección presidencial de 2006, en la que obviamente se extinguiría el errado eco “sirénico” de quienes vislumbraron la posibilidad del cambio, en manos del señor con bigote y botas, tras el sopapo emocional que nos costó descubrir que su habilidad para administrar empresas, mejoró innegablemente las finanzas, pero de “sus amigos”, las de su esposa y entenados.

En los preparativos pre-electorales, el desde entonces querido AMLO -quien era jefe de Gobierno del Distrito Federal- anuncia que buscaría participar por primera ocasión en dicha contienda, a la par que otros aspirantes como Felipe “del Sagrado Corazón de Jesús, alias Feli-pillo” y, otros personajes no menos mafiosos, pero sí irrelevantes para la narrativa.

Ante tal escenario, la aristocracia con disfraz de burocracia, incrustada en los poderes legislativos, el gabinete y el máximo tribunal, estaban severamente alarmados ante la innegable posibilidad del triunfo que, a gritos, anunciaban todas las encuestas, propios y extraños, afines y adversarios; lo que evidentemente transgrediría los intereses, pactos y privilegios que tanto les había costado construir.

Se cuenta que la petición formulada al administrador del país más menos decía «…lo único que te pedimos es que por ningún motivo ese populista de Andrés Manuel llegue a la presidencia…». Lo que bastó para empezar a tramar. Hecho que califico como el peor «tiro por la culata» del antes régimen, hoy oposición.

Entonces, recurren al desafuero (que, en resumen, consiste en un proceso legal para retirarle a una persona servidora pública, la inmunidad constitucional, y se le pueda someter a proceso penal). Ello, a raíz de una denuncia orquestada por el gobierno en turno, el Poder Judicial de la Federación, Diego Fernández de Ceballos (excandidato presidencial y temible por sus irreflexiones y voracidad), y la PGR, dirigida por Rafael Macedo de la Concha, quien el día del suceso 07/04/2005, escuchaba al oído a Maricela Morales (cercana a García Luna, la que años después fue titular de esa fiscalía federal, y actual aspirante a integrar la SCJN).

Seguida la cronología, adentro del Congreso, 360 diputadas y diputados votaban a favor de senda injusticia, pero afuera, movilizaciones multitudinarias inmediatas, expresaban su descontento y total respaldo al Jefe de Gobierno, anunciando en cada marcha, que la lucha comenzaba; gente de todas las generaciones, con causas progresistas o pensamientos de izquierda, estaba lista para ya nunca más callar. El resultado de tremendo levantamiento pacífico, semanas después, concluyó con una declaración pública de Fox, en torno a que su gobierno no le impediría a nadie postularse a la presidencia de México.

¿Cuál era el trasfondo de este contubernio? ¿Por qué quienes encampanaron el desafuero, años después estarían procesados y enjuiciados? Este luchador social, al advertir que eso hicieron con él —siendo dirigente de la capital del país— estaba seguro de que aquellos que se creen amos y señores, no se detendrían para perpetuar sus privilegios. De manera visionaria, denunció que quienes impartían justicia, en vez de proteger al débil, legalizaban los despojos que comete el fuerte. Con los años, fue congruente y, sin una incitación violenta, logró la mejor transformación de la historia reciente. Hoy primero los pobres; el servicio público es para servir y no para servirse; la democracia impera, pues hay reforma al poder judicial. Los derechos del Pueblo mexicano son texto constitucional.

La Presidenta ha expuesto este aniversario en su máximo y más transparente medio de difusión, como un claro mensaje de re-dignificación, donde la búsqueda de justicia y dignidad es y será el motor de la revolución de las conciencias. Esto somos, pasión y lucha, consciencia y determinación. Gracias a ello, vivimos un México distinto.

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