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Decretos presidenciales de AMLO y Calderón: las diferencias que entrañan

El ejercicio de la facultad que confiere el artículo 89, fracción I a los presidentes de la república de promulgar decretos nos ha permitido tener evidencia de los proyectos e intereses para la nación que cada uno han representado. Así es como la oposición moralmente derrotada ha generado una campaña contra el decreto presidencial de Andrés Manuel López Obrador publicado en el Diario Oficial de la Federación el pasado 22 de noviembre, donde las obras estratégicas del Gobierno de México se declaran de interés público y de seguridad nacional.

Ante esta alharaca mediática de la oposición desmemoriada, me parece importante recordarles con este artículo que el espurio presidente Felipe Calderón Hinojosa también recurrió a esta facultad del ejecutivo para extinguir el 11 de octubre del 2009 la empresa pública Luz y Fuerza del Centro.

Los decretos presidenciales de AMLO y Calderón son de abismal diferencia sobre la visión de país. Por un lado, la decisión de Calderón dejó de un día para otro sin trabajo a más de 44 mil trabajadores de la empresa pública de electricidad; por el otro, Obrador está priorizando agilizar la construcción estratégica de obras como el Tren Maya, el aeropuerto Felipe Ángeles, la refinería Dos Bocas y el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec que representan una creación de 150 mil empleos, además de ser palancas de desarrollo.

Está actitud histórica entreguista de los miembros dirigentes de Acción Nacional contraviene los principios por los cuales Lázaro Cárdenas creó la Comisión Federal de Electricidad, quien también por decreto presidencial buscó organizar, dirigir y sentar bases para un sistema de generación y distribución de energía eléctrica que garantizara el servicio basado en principio técnicos y económicos, sin fines de lucro. Es decir, se buscó consolidar la soberanía al no depender de las empresas privadas para el abastecimiento de electricidad que en aquel momento controlaban el 70% de la producción, un porcentaje muy similar al que los neoliberales entregaron a la industria eléctrica con la dependencia hasta del 68% en el 2018.

En consecuencia, la preocupación de la oposición sobre el decreto presidencial de Obrador no es solo por cambiar el esquema de las obras, sino por el avance acelerado de la consolidación de la Cuarta Transformación a través de sus obras, porque esto significa la consolidación de la soberanía nacional y el robustecimiento del Estado que garantice defender los intereses nacionales y por tanto la seguridad nacional. Su temor es no poder continuar con su proyecto de traición a la patria en el que buscan someter al país al interés del capital y las potencias extranjeras, donde sueñan ser los administradores del despojo y pretenden ser capataces de una colonia hechiza a cambio de nuestros bienes naturales.

Detrás del decreto presidencial de Calderón en 2009 no estaba sanear a Luz y Fuerza del Centro, sino desparecer la empresa y debilitar a la CFE para abrir paso a una encubierta privatización. Es una reproducción de la receta neoliberal que décadas atrás se usaron para rematar empresas del país como ocurrió con Teléfonos de México, las minas de Cananea y el Banco Nacional de México entre muchas más. Se trata de una estrategia entreguista en la que también a Pemex querían someter, volviendo ineficientes a las empresas para después orillar a su quiebra y así ser rescatadas por el sector privado y en su mayoría de origen transnacional.

Esto nos habla de dos proyectos de nación. Uno obedece a los intereses de cooperaciones priorizando la privatización de sectores estratégicos como el energético y otro de consolidación de la soberanía nacional y la defensa del interés del Pueblo.

Son entendibles las frustraciones neoliberales, pero hay un indicador fundamental de que vamos por buen camino y obedeciendo el mandato del pueblo. En el 2009 cuando Calderón decreto la extinción de LFC de manera inmediata se levantaron en protesta sindicatos, estudiantes, organizaciones y movimientos sociales ante la afrenta que se le hacía a la nación. Hoy, en cambio, tras 3 años de gobierno el Pueblo vuelve a inundar las calles y las plazas públicas con mucha fraternidad en respaldo al Presidente Andrés Manuel López Obrador y el proyecto que día con día echa raíces profundas.

Nuestra lucha es por lograr la soberanía nacional en todos sus ámbitos y con ello mantener vivo el cardenismo como proyecto de nación.

 

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