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El fin de la tauromaquia

Crecer en un pueblo, dentro de lo pintoresco que pudiera parecer, implica seguir unas series de patrones, creencias y tradiciones para poder encajar en lo que supuestamente está bien visto y aceptado. Yo crecí en un entorno donde ir a corridas de toros era perfectamente normal, asistir a la tauromaquia era una obligación año con año, porque la feria del pueblo era la ‘señora feria’ y los carteles de la fiesta taurina eran de los mejores de la región.

Afortunadamente, crecí en una familia donde mis padres nunca vieron bien el maltrato animal y siempre me inculcaron el respeto y el amor. Mis papás nunca fueron a las corridas de toros y por ende nunca nos enseñaron eso a mis hermanos ni a mí, se llegaba la feria cada año y todos mis amigos y conocidos se envolvían en una emoción hablando de su asistencia a dicho espectáculo; la verdad es que yo nunca entendí todo esto, pero conforme fui creciendo y seguí hablando con mis cercanos, familia, amistades y conocidos que asistían sin falta ( no solo a las de mi pueblo, sino a las de los pueblos vecinos), entendí que la tauromaquia no les gustaba, asistían y aún lo hacen porque es parte de un ritual de estatus. Las mujeres compran ropa para esa presentación, alistan las botas más caras y es un escaparate para que todos las vean; por el lado de los hombres, para ellos presumir la botella más cara y pagar por los boletos más cercanos al ruedo es un símbolo de poder, se toman fotos al por mayor… El punto es exhibir que asististe, no disfrutar del espectáculo que se presenta, porque es claro que un ser humano con conciencia y entendimiento de lo que sus ojos ven jamás podría disfrutar de la tortura y el asesinato de otro ser vivo.

Las corridas de toros no son un arte; no hay arte en apuñalar, picar, torturar, desangrar, mutilar y matar a un animal; no hay arte en la sangre demarrada por un simple espectáculo. Las corridas de toros son una tradición arraigada en México gracias a el estatus que asistir a esté espectáculo te supuestamente da… Lo viví en carne propia, hablé con muchos asistentes a esto, la mayoría ni siquiera entiende las reglas de esta barbarie, la mayoría de mis conocidas y amigas que van se tapan los ojos en cada estocada, se voltean al ver cada espadazo; muchos otros a mitad del espectáculo ya se encuentran borrachos y no saben ni lo que están viendo. Este ritual, más que un espectáculo que guste y se disfrute, es un modo en el que el ser humano refleja sus carencias de empatía, valores, respeto y entendimiento de respeto por la vida de todos los seres que habitamos en este planeta.

Todo este asunto se avivó en mí por dos razones: la primera que ya se aproxima la feria de mi pueblo y todos siguen en el mismo ritual (esperar el cartel próximo de la fiesta brava local) y la segunda por la puerta que se abrió en la Ciudad de México a la prohibición de las corridas de toros.

Cuando yo vi está iniciativa, no pude contener mi alegría, la capital del país está dando un paso sumamente importante en los derechos ambientales y de las especies, la CDMX está avanzando contra todos los intereses económicos para hacer de esa ciudad una de las más vanguardistas, inclusivas, cosmopolitas y en pro de los derechos de todos por igual, sin importar la especie.

Esta iniciativa es un parteaguas, es el inicio del destierro de esta práctica inhumana. De llevarse a cabo, La Ciudad de México estaría dando al país la entrada para que esto se aplique en todo el territorio nacional. Se sabe que esto no será fácil porque hay muchas cosas detrás de este espectáculo que harán de que la probación está iniciativa cueste mucho trabajo, pero confío plenamente en que tarde o temprano la tauromaquia quedé solo en el recuerdo y en los libros de historia, así como quedaron las peleas barbáricas en los coliseos romanos.

Ahora lo primordial es que los diputados de Morena (que son mayoría) se pronuncien a favor del bienestar animal y ejerzan con esa voluntad y esa transparencia en su voto, porque a la hora de las sesiones —cuando se ha necesitado de su apoyo— se ausentan o se abstienen de votar contra esta iniciativa de eliminar el maltrato animal. La verdad es que ha sido una sorpresa ver cómo los morenistas, cuando eran oposición, apoyaban la prohibición y ahora que son mayoría y el gobierno es de la 4T parecen estar apoyando los intereses de los empresarios y no por los que luchaban en años anteriores.

En México es el tercer intento de acabar con las corridas de toros en la capital. Sonora, Guerrero y Coahuila ya las prohíben, mientras que lamentablemente han sido declaradas bien cultural y material en Tlaxcala, Aguascalientes, Hidalgo, Querétaro, Zacatecas, Michoacán y Guanajuato. Está previsto que los legisladores presenten la iniciativa para la discusión en el pleno en los próximos 45 días.

Ojalá la reflexión y la razón entre en cabeza de nuestros legisladores que se han visto faltos de iniciativa: eliminar la violencia como modo de espectáculo es un bálsamo reparador que poco a poco ayudará a nuestro adolecido país de este mal a ir cambiando la estructura social y a mejorar el país para nuestras futuras generaciones.

 

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