Debido al círculo en el que me desenvuelvo, una constante que me rodea es la demanda de la enseñanza de lenguas indígenas a nivel de educación básica; es de mi conocimiento que en la Ciudad de México el sistema de Puntos de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes (PILARES) tiene un subprograma en la materia desde 2019 y justo este domingo 23 de febrero realizaron su tercera edición del Festival de Diversidad Lingüística en el Paseo de la Reforma. Desde que la Jefa de Gobierno, Clara Brugada Molina, me invitó a su gabinete, no me sorprendió que una de sus prioridades fuera el fortalecimiento del náhuatl en las escuelas de educación básica, cuyo anuncio se dio el pasado viernes 21 de febrero como parte de la conmemoración del Día Internacional de la Lengua Materna, marcando además el histórico momento con un discurso bilingüe pronunciado por ella en la lengua ancestral del Valle de México.
Mi sorpresa surgió cuando dentro de la red social “X”, cuentas propias de lingüistas defendían la importancia de la acción anunciada por el gobierno local, frente a comentarios discriminatorios que cuestionaban la utilidad de la enseñanza de la segunda lengua más hablada en México; lo alarmante de estas voces es que señalaban que era una práctica que iba a “atontar”; ironizaban diciendo que la enseñanza del náhuatl es algo que se desarrollaría de manera muy focalizada, ignorando que nos encontramos en un país cuya sociedad es mayoritariamente pluricultural.
Es un hecho que 500 años de intentos por homogeneizar el idioma en nuestro país no han surtido efecto (esto para bien de nuestra riqueza pluricultural), lo cual queda de manifiesto al saber que en México existen actualmente 7,364,645 hablantes de una de las 68 lenguas indígenas que perviven en nuestra nación. Estas 68 lenguas se dividen en más de 300 variantes, cuya función no se queda únicamente en servir como un medio para comunicarse, sino también como una herramienta para transmitir conocimientos, saberes y creencias.
Es importante mencionar que en la época colonial diversas autoridades novohispanas tomaron medidas para cumplir sus funciones de gobierno y justicia a través de las lenguas indígenas. Por ejemplo, la Real Audiencia de México, instancia encargada de la justicia, desde su creación en el año 1527 integró un cuerpo de intérpretes para que asistieran en los juicios y pleitos. Este primer cuerpo de intérpretes en su mayoría era versado en náhuatl, pero también los había en lengua hñahñu y purépecha. Otro caso emblemático fue la extensa República de Indios de Coyoacán, conformada en su gran mayoría por pueblos de habla náhuatl, que se vio en la obligación de contar con intérpretes de la lengua hñahñu (otomí) para ejercer sus funciones de gobierno con los Pueblos ubicados al poniente, donde actualmente se encuentran las Alcaldías de Cuajimalpa, Magdalena Contreras y Álvaro Obregón, que hablaban Otomí.
De manera consecuente con esto, desde inicios de la presente centuria la Ciudad de México ha sido punta de lanza al facilitar la presencia de un intérprete o traductor en lenguas indígenas, principalmente para garantizar el acceso a la justicia (antes incluso de la legislación en la materia a nivel federal), lo cual se ha ampliado al sector salud y como parte de la administración pública. En este 2025 nuevamente una política pública de avanzada refuerza el reconocimiento de las lenguas indígenas, promoviendo una acción para el fortalecimiento de éstas, como lo han hecho en Nueva Zelanda con el maorí o el catalán en España.
Dentro del humanismo mexicano que, en materia educativa, enarbola la bandera del desarrollo integral y comunitario, la enseñanza optativa de una lengua indígena es parte de un proceso para apuntalar nuestra identidad pluricultural; los trasnochados defensores de los modelos neoliberales competitivos y aspiracionistas seguirán cuestionando la vastedad de lenguajes y conocimientos en los que el ser humano puede seguir construyendo y fortaleciendo su vida e identidad. Al contrario de los pensamientos retrógradas neoliberales, el fortalecer la enseñanza de las lenguas indígenas ayudará para seguir formando una nueva generación de mexicanos que viva libre de cualquier prejuicio. De esta forma también se eliminará la discriminación.
Posdata: otro hecho que vale destacar, y que forma parte de los procesos de reivindicación de la memoria que realiza la Cuarta Transformación, fue la conmemoración de los Funerales de Estado para el Huey Tlatoani Cuauhtémoc, en el marco de los 500 años de su magnicidio. La ceremonia estuvo llena de simbolismos, como el de los honores militares realizados, tal como si falleciera un Jefe de Estado en servicio; pero lo que más destacó nuevamente fue la presencia de la lengua náhuatl a lo largo de diversos momentos, como en el discurso que realizó la maestra Rita Mariel Romero Bermejo, representante de la Academia de la Lengua Náhuatl, quien dio lectura al denominado Testamento de Cuauhtémoc, un poema escrito por el poeta Mardonio Carballo. ¡Viva México Polilingüe!