Ciudad de México a 2 octubre, 2025, 13: 24 hora del centro.
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El nuevo poder en México: la ciudadanía conectada contra la impunidad

postal PP horizontal Ramón Flores (1)

Durante décadas, la corrupción en México fue un monstruo invisible. Todos sabían que existía, pero pocos se atrevían a señalarlo con nombres y apellidos. Era parte del paisaje, un mal necesario, un impuesto no escrito para sobrevivir en el país de los trámites eternos y los favores disfrazados de gestiones. Pero ese pacto silencioso entre poder e impunidad ha comenzado a romperse. Y lo sorprendente es que no fue un decreto presidencial, ni una reforma legal lo que abrió la grieta, sino algo mucho más simple y poderoso: la conexión a internet.

La corrupción ya no se denuncia en escritorios oficiales, se expone en Twitter. Ya no se oculta en archivos empolvados, se detecta en bases de datos públicas. Ya no requiere marchas multitudinarias para escalar a los medios; basta un tuit con suficientes retuits para convertirla en escándalo nacional. México está viviendo una revolución silenciosa: la de la fiscalización ciudadana digital.

Una factura falsa puede caer en el olvido… o en TikTok

Hace unos días se viralizó en redes una supuesta factura pública que pretendía justificar un gasto gubernamental. El problema es que el documento no tenía RFC, ni serie, ni sello digital, ni siquiera fecha. Era tan falso que cualquier persona que haya generado una factura en el SAT podría reconocerlo. Lo que antes hubiera pasado desapercibido en algún cajón burocrático, hoy se convierte en tendencia nacional en cuestión de horas.

Y ahí está la clave del momento histórico que vivimos: la ciudadanía ya no solo opina, ahora audita. Jóvenes que jamás han pisado una oficina gubernamental hoy saben más sobre contabilidad digital que muchos funcionarios. Abogados fiscales, programadores, activistas y hasta comediantes en YouTube se han transformado en vigilantes públicos sin nombramiento oficial, pero con más poder que un contralor tradicional.

La impunidad ya no teme a los jueces… sino a los videos virales

Antes, un político corrupto se preocupaba por la Auditoría Superior de la Federación o por la Fiscalía Anticorrupción. Hoy, su verdadero miedo es aparecer en un TikTok con música de fondo burlona, acompañado de cifras que no puede refutar. La humillación digital se ha vuelto el nuevo castigo social, y aunque carece de estructura legal, tiene un poder devastador.

Pero este fenómeno trae una reflexión necesaria: ¿es esto suficiente? ¿La viralidad puede reemplazar a la justicia? La respuesta es no. Exhibir es el primer paso, pero sancionar sigue siendo responsabilidad del Estado. Por ello, es urgente que el gobierno adopte mecanismos de fiscalización automatizada. La tecnología ya permite verificar en tiempo real si un contrato tiene validez fiscal, si un proveedor está sancionado o si un funcionario posee bienes no declarados. Si los ciudadanos ya lo hacen desde sus celulares, ¿por qué no lo hace el gobierno desde sus sistemas centrales?

La transición energética: entre el discurso y la realidad

Otro de los grandes debates actuales gira en torno a la transición energética. Mientras Europa y Estados Unidos establecen metas claras para reducir emisiones, México continúa dividido entre el discurso de soberanía energética y la necesidad de modernizar su modelo productivo. En redes, el debate se ha polarizado: unos defienden el petróleo como símbolo de independencia, otros exigen energías limpias con memes de paneles solares.

Pero el verdadero problema no es ideológico, sino estratégico. México no puede seguir improvisando en un tema que define el futuro del planeta. Hace falta una meta pública verificable, comparable con estándares internacionales. Si el gobierno realmente se compromete con la transición energética, debe hacerlo con datos abiertos por entidad federativa, para saber quién cumple y quién miente.

Inteligencia Artificial: ¿la herramienta perfecta contra la corrupción?

Hay otro tema emergente que está agarrando fuerza: la inteligencia artificial aplicada al gobierno. Si ya existen herramientas capaces de detectar plagios académicos o manipulación de imágenes, ¿por qué no usar IA para revisar declaraciones patrimoniales, identificar compras duplicadas o rastrear redes de proveedores sospechosos?

Claro que hay riesgos. Un Estado que usa IA sin controles podría terminar vigilando a los ciudadanos en lugar de vigilar a los corruptos. Pero bien aplicada, la inteligencia artificial podría ser la auditoría más efectiva en la historia del país.

Conclusión: el cambio no vendrá solo del gobierno… sino de la presión en línea

México está en un punto crítico, pero también emocionante. Nunca hubo tantas herramientas para combatir la corrupción, para exigir resultados reales en energía, justicia y transparencia. El gobierno puede optar por dos caminos: aliarse con la ciudadanía conectada o seguir viéndola como oposición incómoda.

Porque lo cierto es que este nuevo poder no tiene líder, partido ni ideología. Es un enjambre digital que reacciona ante la mentira y el abuso. Y aunque a veces puede equivocarse o exagerar, su existencia ha sido clave para que México deje de normalizar lo inaceptable.

La corrupción ya no se oculta en cajas fuertes… se exhibe en capturas de pantalla.

Y mientras la impunidad siga teniendo miedo al ridículo, hay esperanza.

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