Como la conocida caricatura «Pinky y Cerebro», donde en cada capítulo planeaban conquistar el mundo, así está Elon Musk (quien ve a la humanidad pequeña y piensa que con sus ilimitados recursos económicos, por ser dueño de la red social X, le permitirán controlarla). Su acercamiento a Donald Trump, su apoyo a la candidata del partido Alternativa para Alemania (catalogado como organización sospechosa de extremismo en Alemania) y su censura a temas como el de la Franja de Gaza y Palestina lo muestran como alguien con ganas de controlar el mundo a través del dinero y el control de la opinión pública en las redes sociales.
Elon Musk no solo tiene la determinación de controlar la vida en la Tierra, sino que ahora parte de sus planes es gobernar Marte, a través de una democracia directa en la que las leyes sean votadas por el pueblo sin intermediarios políticos. Esta visión de Musk es digna de la caricatura de «Pinky y Cerebro» y demuestra su hambre de poder.
Es por eso que la idea de generar una red social pública, comprometida con la justicia social y con controles democrático, desde el Estado mexicano en alianza con otros Estados (como Brasil, Colombia y Chile) permitirá ir generando contrapeso en el intercambio de información, pues hoy X divide y no permite un flujo genuino de información al solo amplificar cuentas y mensajes marcadamente de derecha. Actualmente, estamos ante un mayor y más desvergonzado impulso a la derecha, en donde no solo se han silenciado a voces de izquierda sino que se ha manipulado el alcance a favor de derecha. Esta posición sesgada está generando una salida masiva de usuarios de X en busca de una posición imparcial.
La conquista del mundo está en la libertad de expresión y de información, no en Elon Musk y sus aires de grandeza por conquistar el mundo.