Twitter se distingue en la actualidad por ser una plataforma donde las voces más vanguardistas sobre tópicos culturales, políticos y sociales se manifiestan para expresar sus opiniones en torno a los temas preponderantes del momento.
Sin embargo también es un espacio donde los discursos del odio se mueven como pez en el agua, muy en específico la voz a coro del fascismo que se manifiesta en tuits de violencia simbólica contra las personas más pobres, afroamericanas, indígenas, migrantes, de la comunidad LGTBIQ+ y muy especialmente contra las mujeres.
Twitter sirve en resumidas cuentas como un buen termómetro político tomando en cuenta que su muestra es muy pequeña en relación con el pluriverso de discursos que se despliegan más allá de esta red social. Un elemento distintivo del nivel cultural que existe en esta red social es que se visibilizan muchas violencias en el lenguaje muy por el contrario a plataformas como facebook donde la discusión política no se da de manera tan aguda como en Twitter.
Bajo esta red social se libra una batalla cultural continua por la disputa del sentido común donde la hegemonía por el mensaje se da en bloques, donde los hashtag podrían ser equiparados a vasos comunicantes sobre la actualidad del momento y la importancia de determinados temas en el acontecer nacional.
Así, al cabo de las últimas semanas, los hombres hemos desempeñado un papel protagónico como el sujeto político victimario en materia de violencia de género tras las multitudinarias manifestaciones que han recorrido las principales avenidas de latinoamérica, razón por la cual considero que en general deberíamos adoptar por prudencia y mínima decencia democrática un papel secundario al hablar del tema; no desde la pretensión jocosa de querer decirle a las propias mujeres qué es y, mucho menos, qué debería ser el movimiento feminista y cómo deberían manifestarse.
Es así que ante el legítimo y estruendoso reclamo de las mujeres al impugnar las tertulias de televisión y radio donde hablan puros hombres sobre el aborto estigmatizándolo y ya de pasada criminalizando las manifestaciones de las compañeras feministas, resulta evidente que también desde los mismos medios sin perspectiva de género se ha abonado a un clima social que enfurece aún más al sector femenino de la población espectacularizando la violencia que se perpetra contra sus cuerpos como una representación colectiva donde primero son privadas de la vida y posteriormente exhibidas y juzgadas por el estigma social de vivir en una sociedad patriarcal que las culpabiliza de su propia desgracia deslindando la responsabilidad histórica de las violencias machistas en contra de ellas.
Al mismo tiempo la traumática interpelación política que el movimiento feminista hace al discurso patriarcal y heteronormado emergen de manera bastante importante cuestionamientos sobre la forma en cómo los hombres se piensan a sí mismos y qué alternativas no-violentas existen.
El tamaño de la objeción amerita un profundo proceso de deconstrucción personal y colectivo, un análisis sociológico plausible y un ejercicio de autocrítica difícil de asumir porque implica cuestionar el devenir mismo de nuestro existir como hombres y la posibilidad de cambiar la proyección en cómo vamos a asumir un compromiso moral distinto al que teníamos planificado en nuestro trato con todas las personas pero muy especialmente, en cómo hemos concebido nuestra forma de relacionarnos con las mujeres. Por eso cuesta tanto.
Más allá del ruido de Twitter, los bochornosos programas de análisis político donde hablan puros vatos, existió un hombre que trascendió en el mundo de la cultura popular y de la alta cultura por su agudeza mental, su memoria prodigiosa y su fina mirada para observar la sociedad y describirla a través de distintos géneros literarios.
Ese hombre era el escritor Carlos Monsiváis quien fue muy crítico con el machismo mexicano porque pintaba otros horizontes para ser hombre desde una mirada humanista que le permitió dimensionar la importancia del movimiento feminista, sus logros y contradicciones naturales al ser un fenómeno social tan plural e intenso.
Son contadísimos los hombres que se han salido del pacto patriarcal para ver desde afuera los lazos que unen a ese entramado sistema, sus fallas y límites epistémicos.
Una de las más punzocortantes críticas que han hecho las mujeres en el debate sobre el feminismo y su dirección política ha sido el cuestionar al sujeto de enunciación masculino que toca el tema desde la ignorancia, el prejuicio y la soberbia. Esto con total razón.
Desde luego es una obligación democrática repensarnos y para ello será importante saber cómo y qué referentes debemos leer pero también referentes sobre otro tipo de masculinidades. En ese sentido Carlos Monsiváis es digno de ser considerado como un interlocutor válido por el aporte cultural que hizo a partir del estudio comprometido con lo social y la cuidadosa observación del fenómeno cultural en México y Latinoamérica.
Por ello me tomé la muy enriquecedora labor de transcribir una pequeña parte de la entrevista que le realizaron en el Canal 22 donde habló precisamente del feminismo.
Consciente de que Carlos Monsiváis no necesita una apología para justificar sus dichos puesto que su vida y obra son patrimonio cultural de la nación dado el enorme aporte literario, creo que sí era importante dar un pequeño preámbulo sobre el contexto en el que se revive su memoria y pensamiento ante la crisis epistemológica del presente para dimensionar el problema del patriarcado y la relevancia histórica del movimiento feminista ante la emergencia nacional que desde 1993 comenzó en Ciudad Juárez y al día de hoy se reproduce en todo México: el feminicidio.
Antes de entrar de lleno a la visión de Monsiváis, pienso importante poner en el anecdotario que estas líneas son el resultado de la casualidad y la curiosidad de intentar conocer al autor más allá de sus libros: esto es por medio de la palabra disiente donde Monsiváis también registró una parte digna de poner atención y que se encuentra en las cuentas que han subido a YouTube el material periodístico que resguarda sus emblemáticas entrevistas.
Digo que fue casualidad ya que el 7 de marzo en pleno ejercicio de mi derecho al ocio un sábado por la tarde en Ciudad Juárez Chihuahua me dispusiera a la rara idea de ver un especial de 52 minutos con 42 segundos de Carlos Monsiváis en YouTube antes que disponerme a ver una serie en Netflix.
De casualidades y causalidades está lleno el camino de la escritura. Por fortuna estuve atento. Uno no puede evitar salirse del tiempo en que le toca vivir y relacionarlo su experiencia con lo que ve. De esta manera tras una interesantísima disertación de Monsiváis sobre Latinoamérica llega, direccionado por la conducción del programa, al tema del feminismo.
Al escucharle no pude evitar recordar mis lecciones sobre Historia Oral en la universidad y el interés político que puede suscitar una entrevista donde se le da voz a una de las mentes más brillantes que ha dado México en los últimos tiempos.
Es por esa razón que estimulado por los recientes acontecimientos que marcan la agenda política del país y la importancia de ofrecer posibles rutas que no nos lleven al abismo es que estoy convencido de que el análisis de Carlos Monsiváis nos puede servir para ver desde una mirada masculina alternativa del mayor rigor intelectual los contornos de una ola que está revolucionando todas las capas sociales de nuestro país.
El conductor del programa de Canal 22 enmarca con su voz el tema con el que Monsiváis disertará durante poco más de un minuto su visión sobre el feminismo el cual a pesar del poco tiempo logra sintetizar las victorias históricas del feminismo en el contexto mexicano de los últimos 100 años.
Conductor:
En el contexto de estos cambios, que sitúan a la sociedad en la esfera de la modernidad, el feminismo tiene un papel preponderante.
Carlos Monsiváis:
“Esa es una de las grandes revoluciones culturales del siglo XX, eso creo que lo vio bien Octavio Paz; el feminismo, al margen de la opinión que se tenga de muchos de sus planteamientos, el feminismo transformó el modo en que la mujer se veía a sí misma. No solo fue una dotación de derechos laborales, o no fue solo el reclamo de los derechos sobre el cuerpo (etcétera), fue también (ha sido también) el gran almácigo de los derechos psicológicos y eso absolutamente extraordinario.
Gracias al feminismo surgen los movimientos de liberación sexual.
Gracias al feminismo es posible ver hoy en Chiapas a las mujeres del EZLN con un discurso distinto al de los hombres del EZLN.
Gracias al feminismo vemos en las colonias populares cómo están surgiendo lo que al principio son cacicas y matriarcas pero que después va haber allí una necesaria democratización.
Yo creo que el feminismo es un fenómeno que empieza como un fenómeno de clases medias y acaba siendo una de las renovaciones fundamentales”.
Algunas consideraciones del transcriptor en el marco del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer en el año 2020, concretamente en el escenario político y cultural de México partiendo desde lo que veía Carlos Monsiváis sobre el feminismo y trazándolo a la luz de los últimos actos políticos que han marcado a la sociedad mexicana como producto de la violencia feminicida, sexual y política en contra de las mujeres mexicanas:
Cuando pensamos soberbiamente que teníamos las respuestas de cómo debía ser la sociedad, han venido las compañeras feministas a cambiarnos las preguntas a punta de consignas, pintas, reformas, papers, actos performativos en las calles, las universidades y los recintos parlamentarios.
La transformación cultural que están encabezando las mujeres exige de estudio, reflexión a conciencia y compromiso para no estorbar, pero sí apoyar desde el reconocimiento de que nos falta mucho por aprender, por desaprender y por escuchar a las que han sido históricamente oprimidas en todos los ámbitos de lo público, lo privado y hasta en el terreno de la espiritualidad ¿por qué no mencionarlo?
Cuando las certezas se erosionan las preguntas sirven como postes clavados en el suelo árido de la incertidumbre con señalamientos que nos guían en el desierto del atrincheramiento de los esquemas tradicionales con los que vemos el mundo para encontrar nuevas formas más amables de pensar lo social y descubrir saberes que ignorábamos y que son esclarecedores para entender que la dimensión humana tiene múltiples matices que no deben ser borrados por pensamientos conservadores que representan la negación de la otredad.
Advierto que estoy utilizando una porción muy pequeña del enorme universo que Monsiváis construyó a lo largo de su vida por medio de su obra literaria; quizá esté descontextualizada, arbitrariamente encuadrada en hechos actuales e ignore una interpretación más amplia que se me pudo escapar de la vastedad de análisis que Monsiváis género en su quehacer cultural.
No obstante Monsiváis era uno de los pocos hombres que ya veían la importancia del movimiento feminista al salir de la caverna y quedar encandilado por la luz con el que la mujer, como el sujeto emancipatorio, replantea el mundo con una fuerza transformadora que ha quedado bastante clara con la marcha del día 8 de marzo y el paro del 9M del 2020.
Una mujer que vive en una sociedad donde le está prohibido decidir sobre su propio cuerpo es en realidad una ciudadana de segunda porque tiene una limitante por parte del Estado que genera una desigualdad en cómo ejerce su sexualidad y su proyecto de vida. Por eso es tan importante la lucha por la soberanía del cuerpo y la erradicación de todas las formas de violencia en contra de la mujer.
La revolución de las jacarandas, lo advirtió Monsiváis, fue una de las revoluciones culturales más importantes del siglo XX y la más importante del ahora siglo XXI sin duda alguna.
El nuevo sentido común es feminista.