Desarrollar posturas teóricas acerca de la masculinidad es importante pero más importante es producir nuevas subjetividades; es decir, nuevos sistemas de orientación en el mundo que no dependan de las características opresoras de la masculinidad. Esto es imposible sin prácticas militantes. Para ello planteo este breve manual del traidor con acciones concretas:
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- Sé incómodo para tus amigos masculinos. Lo menos que deberíamos esperar de un camino de traición es lograr incomodar a la clase opresora a la que pretendidamente estamos traicionando. Es fundamental que seamos denunciantes de nuestros amigos violadores o acosadores. Es fundamental romper el pacto patriarcal creyéndole a las víctimas, sin chistar. Es fundamental hacer todo esto sin buscar bono reputacional automático.
- Sube el nivel: construye nuevas y mejores amistades. Decía Gandhi que mi vida es el mensaje. Esa frase es sólo una fina versión de aquélla otra que afirma que las palabras enseñan pero el ejemplo arrastra. Por tanto, practiquemos el cultivo de nuevas comunidades; no sólo para demostrar(nos) que otra forma de interactuar entre hombres es posible sino también para tener una red de apoyo bien organizada y solidaria que soporte nuestro dolor frente a los actos de traición militante que debemos emprender.
- Sube el nivel: estándares laborales y de participación comunicativa. Este punto debe hacerse desde una profunda consciencia de clase. No se trata de exigir heroísmo o automartirizaciones, sino de hacer todo lo que podamos en la medida de lo posible. Bajo este criterio, rechaza participaciones comunicacionales en las que no existan foros conformados, cuando menos, por un 50% de mujeres. La única posible excepción a esta norma, hasta donde alcanzo a ver ahora, serían los foros de erradicación de masculinidad. Detrás de ello hay una noción de responsabilidad: dejemos de subcontratar trabajo de cuidados por parte de las compañeras en todo momento; hagámosle frente nosotros mismos a nuestro desastre.
- Terapia. Nada sustituye a la terapia psicológica. Es, como dicen, necesaria (mas no suficiente) para este camino de traición. Acércate a tus amigas (o a los pocos amigos que actualmente asisten a terapia) y busca consejo sobre el tipo de terapias, sus dinámicas y costos. Mi amigo César Galicia puede ser un buen punto de partida.
De nuevo: esto último nos recuerda que no debemos abordar esto desde el martirio, sino desde la consciencia de clase. Hoy la terapia es generalmente cara por lo que debe ser parte impostergable de una agenda común el lograr políticas públicas de salud mental que brinden mayor acceso a este servicio fundamental. Si tienes recursos, un excelente soporte a este punto sería financiar la terapia de algún camarada.
- Disciplinamiento de cuerpos: renuncia a los poderes masculinos. Este punto es probablemente de los más complicados de esta lista preliminar pero también de los más importantes por su relación con la estructuralidad de la violencia: no hay traición auténtica donde se consuma prostitución, pornografía o vientres subrogados. Si nos vamos a tomar en serio la reconstitución de nuestra orientación en el mundo, es fundamental eliminar las fuentes de orientación patriarcales que hoy marcan quiénes somos, qué hacemos y (probablemente más importante): qué deseamos y por qué deseamos lo que deseamos. El traidor sabe construir una nueva economía del deseo que le aleje de las dinámicas de opresión que hoy le atraviesan.
- Organización, organización, organización. Este punto está muy relacionado con el segundo pero vale la pena asignarle un espacio propio dada su importancia. Ninguno de los puntos aquí mencionados será relevante en la historia si no los emprendemos en colectivo. Es fundamental y una parte importante de una militancia política responsable de izquierdas el crear instancias orgánicas que nos permitan encarnar, poco a poco, nuevas subjetividades ajenas a la masculinidad.
Mercurio Cadena. Abogado que codea. Socialista obradorista especializado en gestión pública y ética de la tecnología.
Twitter: @hache_g