México, por su posición geográfica, ha sido importante al compartir frontera terrestre de más de 3,000 kilómetros con Estados Unidos; vaya punto estratégico para el tráfico de drogas, armas y personas.
A esto, se le añaden factores como las rutas marítimas y aéreas, utilizadas para el tráfico de cualquier tipo y lavado de dinero, así como las áreas montañosas para la producción de drogas como las metanfetaminas o el cultivo amapola.
De igual manera, una amplia red de transporte (carreteras, vías férreas y puertos marítimos) bien desarrollada permite un fácil transporte de drogas y otros productos ilícitos, lo que ha hecho de nuestro país un atractivo desde donde se pueda ver.
Entonces, México ha sido centro de tránsito para el comercio ilegal y de migrantes de América Latina, y debe decirse que ambos son tremendo negociazo, más aún por la escala de los actuales flujos migratorios.
A menudo, la delincuencia organizada recluta a personas vulnerables como migrantes para realizar tareas específicas dentro de sus operaciones, por lo que es bien sabido son sujetos a serias violaciones de sus derechos.
La mayoría son provenientes de países pertenecientes al Triángulo del Norte de Centroamérica (TNC) el Salvador, Guatemala y Honduras, los cuales debe saber son los más pobres de Latinoamérica.
No obstante, es fundamental separar a los migrantes que forman parte de la delincuencia organizada, y los que son víctimas de esta, que de cualquier forma es un negocio.
De acuerdo con la Unidad de Política Migratoria, Registro e Identidad de Personas (UPMRIP) del Gobierno de México, refiere que 7 de cada 10 migrantes del TNC utilizaron al famoso “coyote” o ¨pollero¨, pagando de manera promedio la cantidad de 4 mil 599 dólares, según esto con garantía de cruce exitoso.
Tan sólo durante el 2019 el tráfico de personas dejó ganancias de 615 millones de dólares en 2019, de acuerdo con las estimaciones de la Encuesta Sobre Migración en la Frontera Sur (EMIF SUR).
Ya que las personas dedicadas a este negocio cobran de los 5 hasta 20 mil dólares dependiendo del origen del migrante, sumado a si se requiere de algún servicio extra como acta de nacimiento, CURP, credencial de elector, pasaporte e incluso visa, que implica costos extras.
Existen impuestos al margen de la ley que los migrantes ya pagan a la delincuencia organizada por tan solo poder transitar por rutas mexicanas que, desde luego, son controladas por estos grupos delictivos, por lo que hasta un vaso de agua les cuesta y les cuesta caro, muy caro.
Sin embargo, también hay quienes —al igual que la delincuencia organizada— “hacen su agosto” con la comunidad migrante. Por ejemplo, en San Pedro Tapanatepec, Oaxaca (punto de mayor tránsito), tan solo en tres meses la derrama económica ha sido de 300 millones de pesos, puesto que hay albergues ilegales donde por persona se paga desde 100 hasta 450 pesos por noche, el alquiler de ducha y baño aparte se cobran por separado… Ni qué decir del servicio de taxi con precios que van de los 100 a los 250 pesos por un recorrido de 8 km aproximadamente. Es decir, los migrantes se vuelven oportunidad mercantil para quienes ven en ellos fuentes de ingreso.
A pesar del andamiaje jurídico del país, las instituciones responsables no han podido prevenir los crímenes contra migrantes ilegales en México y dar alto a los abusos también de sus ciudadanos.
Es verdaderamente importante ofrecerles protección y apoyo, tanto a nivel nacional como internacional, para evitar que caigan en manos de redes criminales. Además, se necesita fortalecer el combate a la corrupción en el ámbito migratorio. que se manifiesta de diversas formas, tanto en los procesos de solicitud de asilo o refugio como en el tráfico de personas.