En este momento nostálgico por el próximo fin del gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador, comienzan los análisis de la funcionalidad de la primera etapa de la Cuarta Transformación del país; sin embargo, hay muchos factores simbólicos que no pueden ser medidos. Estos pasan por lo que el Presidente ha llamado la “revolución de las conciencias”, refiriéndose al despertar político colectivo con la llegada del Pueblo al Gobierno.
Sin duda, hay muchos aspectos que avalan que en 2018 comenzó un despertar masivo de las conciencia colectiva y social de las y los mexicanos que veían en la política un ente alejado de nuestra realidad. Con la llegada de un Gobierno emanado del Pueblo y la lucha social, se pudieron poner por primera vez en la agenda pública asuntos que jamás nos hubiéramos imaginado escuchar de políticos neoliberales —políticos pertinentes a una clase privilegiada muy alejados de la inmensa mayoría mexicana—. Entre estos temas están el racismo y el clasismo que se viven en nuestras sociedades, emanados de la inmensa desigualdad en un sistema capitalista voraz.
Que nuestro Presidente por primera vez esté constantemente señalando el clasismo y racismo que vive la sociedad mexicana, sobre todo las y los más pobres, no es poca cosa, pues no solo despierta las conciencias sino que apunta hacia algo que se sabe, pero que por años ningún gobierno consideraba prioritario abordarlo, pues su élite no lo sufre.
Hace pocos días, el Presidente Andrés Manuel dijo orgulloso, en una de sus tan importantes conferencias matutinas: “Soy naco, chinto y chairo, del Pueblo, y del Pueblo raso”, así, sin medias tintas —como ha sido su trayectoria política—, pues representa al Pueblo, al sur de este país. Así como ahora con la Cuarta Transformación vamos a tener a la primera mujer Presidenta, Andrés Manuel ha representado un gran avance simbólico y de pertenencia del Pueblo. señalando grandes males de nuestra sociedad que estaban invisibilizados.
La revolución de las conciencias seguirá, hoy somos un Pueblo politizado, que tiene en un gran número de mexicanos el sentimiento de pertenencia hacia un movimiento político y eso es muy difícil de lograr en momentos donde la democracia pierde credibilidad a nivel mundial. Hoy, muchos nos sentimos orgullosos y asumimos ser de izquierda, ser chairos, ser del Pueblo, y ha sido en gran medida al orgullo de acompañar a Andrés Manuel López Obrado en su lucha, que es la lucha de todo un Pueblo.