Nadie pretende hacer leña del árbol caído, pero toca hablar de la supuesta renovación del Partido Acción Nacional (PAN). El cual fue fundado en 1939 por intelectuales, empresarios y sectores de clase media, muchos de ellos declaradamente católicos, que buscaban contrarrestar el estatismo y el anticlericalismo del gobierno, enfatizando valores como la propiedad privada, la familia y la religión, con un fuerte componente de doctrina social cristiana.
Sin poder negar dichos orígenes, el 18 de octubre pasado, el PAN anunció su renovación, exaltando que su cambio integra prioritariamente conceptos como “patria, familia y libertad”. Además de un nuevo logo, formas de afiliación y de candidaturas.
Así que lo único que vale la pena debatir, es si una organización partidista debe o no presumir transiciones, con las que evidentemente pretende endulzarle el oído a propios o nuevos adeptos, bajo el ideario de proteger y hacer protagonista, a aquello que estimo, es para todas y todos lo más esencial y amado, es decir, la familia, la libertad y nuestra patria. Sin que de fondo haya cambio alguno, y explico el origen de mis dudas al respecto.
El lema del que hablamos nos remite a consignas históricas utilizadas por la ultra derecha autoritaria y fascista, que tuvo presencia en Europa, en los años 30, por ejemplo: en Italia con Mussolini: “Dios, patria y familia”; en España con Franco: “Amor a la libertad”; ambas utilizadas como ideología de un Estado autoritario, nacionalista, con tradiciones y moral exacerbada. Esas frases no se pronunciaban al aire, ya que tenían una función simbólica y operativa: consolidar supremacía, protegiendo a toda costa los roles designados socialmente, y promoviendo la “libertad”, todo ello siempre y cuando se ajusten al orden moral, concebido por sus líderes.
Esta forma de gobernar a menudo se impulsa por el hartazgo social que genera la desconfianza en los partidos tradicionales, sin desapegarse de su nativismo, nacionalismo y autoritarismo. Y, en su involucramiento con la agenda pública, destaca su postura de oposición a la inmigración, el feminismo, los derechos LGBT+ y los programas sociales.
Con esta reseña deseo visibilizar que pertenecer o comulgar con un grupo político con dichos “ideales” tiene una relevancia más allá que colores, mítines, o un voto en las urnas. Es apoyar, con conocimiento de causa, directrices hipócritas; para ejemplo un botón, el referido lema suena muy alentador, pensando que las familias serán el motor que impulse.
Pero, aclaremos, ¿qué familia? El conservadurismo reaccionario la concibe como madre, padre e hijos; es decir, no admiten una diversa como podrían ser las homoparentales; lo que refleja un rechazo a la modernidad y a las manifestaciones igualitarias y plurales. Esto fácilmente se hila con la concepción de moral tradicional, que desdeña derechos personalísimos como a la identidad (sexo-género binario), libre desarrollo de la personalidad; o sistemas como la democracia liberal, el socialismo, y el humanismo, donde la persona es la protagonista de todo acto de gobierno.
Esto que comento no es exageración, les recuerdo que, en marzo de 2024, la Cámara de Diputados federal impulsó un dictamen para erradicar las llamadas terapias de conversión; y fue la bancada del PAN quien votó en contra de esta iniciativa, como lo han hecho cuando se trata del matrimonio entre personas del mismo sexo y la adopción homoparental (prácticas que datan desde 2009, en asambleas locales y federal).
¿Por qué es bueno conocer la historia? Para enterarnos y comparar, que las luchas sociales han costado “sangre, sudor y fuego”, a personas valientes y con ideales de trasformación. Mussolini y Hitler fueron personajes reales, que aplastaron libertades y anhelos. Hicieron suya una bandera, simbología, lenguaje y narrativa que remiten al autoritarismo nacionalista, tradicionalista, excluyente y violento.
México no estuvo exento de ese tipo de represión. Gozamos de nuestras propias transformaciones –emanadas casi todas de una guerra- y en este momento histórico, lo que se vive, nació de una lucha pacífica, por reivindicar derechos sociales esencialmente. hay congruencia entre los ideales del Estado y la forma de gobierno. Hoy mejor que nunca, se promueven las expresiones de libertad y diversidad, arropando a todas esas voces que representan a todos los colectivos y gran parte de la sociedad.
Concluyo, que nada es más valioso, que la pluralidad de pensamientos e ideales. Muchos quienes son afines a partidos de derecha viven su propia realidad, y tienen derecho a querer preservarla; pero no a costa de retrocesos que nos reencuentren con abusos y restricciones.
El discurso adulador ya no pega en la actualidad, buscamos congruencia, paz y dignidad colectiva.




