Siria vuelve a las portadas internacionales por la escalada de violencia que ha dejado más de mil muertos bajo el nuevo gobierno de Muhammad Al-Golani, quien fue el artífice del derrocamiento del expresidente Bashar Al-Ásad.
Actualmente, la región costera de Siria ha sido víctima de oleadas de violencia, así como secuestros y tiroteos en barrios alauitas. He visto en redes sociales imágenes terribles y desgarradoras que no puedo describir en este texto, pero si puedo señalar que este país está en la deriva como Yemen o Libia ante la impunidad que tiene el nuevo gobierno, del cual la mayoría de sus integrantes ya tenían antecedentes de hacer este tipo de actos terroristas.
También, no podemos quedarnos callados al ver que las mujeres sirias ya están siendo sometidas por estos grupos, dado que han comenzado a aplicar la ley Sharía que implica que lleven burka, la cual les cubre de la cabeza a los pies, esto no sucedía en la administración anterior.
Tampoco olvidemos que al inicio de este gobierno se decidió suspender de forma “temporal” la Constitución y el Parlamento, así como el ejército árabe sirio.
De igual forma, el Partido Baaz Árabe Socialista de Siria fue desmantelado por parte de los yihadistas de la organización para la Liberación del Levante Hayat Tahrir al-Sham (HTS).
Estos enfrentamientos han provocado que los internacionalistas y geopolíticos planteen el siguiente cuestionamiento: ¿es posible una nueva guerra civil en Siria?
Para contestar, querido lector, primero debo señalar que en este país árabe existen varias facciones de diferentes orígenes religiosos que están armadas.
Es más: no pasemos en alto que los musulmanes representan el 87 por ciento de la población, mientras que los cristianos 10 por ciento- a los que quieren aniquilar estos grupos radicales- y los drusos 3 por ciento.
Curiosamente, también, los enfrentamientos se están dando en la zona donde vive la comunidad alauita, la cual es una minoría musulmana a la que pertenece el expresidente Bashar Al-Ásad. Recordemos que representan el 15 por ciento, de acuerdo al libro de datos del mundo de la CIA.
Hace unas horas, Al-Golani, cuyo nombre real es Ahmed al-Sharaa, acusó al gobierno anterior de provocar los nuevos enfrentamientos que “amenazan” la estabilidad del país.
Y lo cito: “nos encontramos ante un nuevo peligro, representado por los intentos de los restos del antiguo régimen y de quienes les apoyan desde el exterior, de crear una nueva contienda y arrastrar a nuestro país a una guerra civil, con el objetivo de dividirlo y destruir su unidad y estabilidad».
Lo que no dice Ahmed es que esta jornada de violencia es un claro ejemplo de que su gobierno no está capacitado para gobernar, pues no olvidemos que él formó parte del grupo terrorista de Al Qaeda y fundador de esa organización en Siria.
Incluso Estados Unidos ofrecía una recompensa de 10 millones de dólares por la captura de Al-Golani, sin embargo, ahora los medios estadounidenses y occidentales lo han pintado como todo un “demócrata.”
Y ante las masacres recientes, estos medios voltean a ver para otro lado y todavía se atreven a calificar como “secta” a los alauitas para justificar los ataques armados de Al-Golani.
La revista The Economist publicó un artículo titulado, “el gran farsante: cómo Ahmed al-Sharaa ganó Siria,” donde se plantea si es suficiente ser un líder “camaleón” para gobernar a uno de los países más volátiles de Oriente Medio.
“Ha sobrevivido hasta ahora siendo un camaleón, cambiando de una identidad a otra: joven vestido con mezclilla, yihadista con turbante, rebelde nacionalista con uniforme militar. Si al-Sharaa no se muestra capaz de un verdadero liderazgo, entonces su encarnación más reciente, la de un estadista trajeado, podría ser la última”, asegura el rotativo.
A mi consideración, el gobierno de al-Sharaa habré la posibilidad de que el famoso Estado Islámico vuelva con mayor fuerza en las franjas de Siria e Irak que alguna vez controló, dado que es el origen que nunca se podrá quitar el actual presidente sirio.
Siria está destinado a ser balcanizado por las potencias occidentales como sucedió con Irak y Libia con el propósito de llegar a las fronteras de Irán, cuyo país es considerado uno de los mayores adversarios de Israel y, por ende, de Estados Unidos que está controlado por el Lobby israelí.
A tal grado que sus adversarios acusan al país persa de estar detrás de la actual violencia en Siria. A parte de estas calumnias, Irán y los países árabes se tendrán que enfrentar al nuevo gobierno de Donald Trump, quien ha propuesto convertir en un negocio inmobiliario a la franja de Gaza como parte de la agenda expansionista de Netanyahu, porque después de Siria sigue Palestina y Jordania.
En conclusión, Siria si puede caer en una nueva guerra civil, porque es un país que ya no tiene leyes ni orden, además, han surgido nuevos poderes facticos en Damasco, capital del país árabe y, también, los kurdos —perseguidos por Turquía—, así como los drusos están fortaleciendo su capacidad de armamento.