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Onomástico

Por: Guisella Yépez

¿Celebrar o sufrir?

A muchos nos alegra el alcanzar un año más de vida porque desde jóvenes experimentamos en carne propia la pérdida de seres con muy poco recorrido en el planeta. La vida es tan frágil que frecuentemente damos por sentado que estamos y ya, somos y ya, pero no considero que sea tan fácil como eso. La vida se compone de un conjunto de elementos, etapas y circunstancias que no en todos los casos dependen únicamente de nosotros. Por ello, yo siempre procuro dar gracias al abrir los ojos cada mañana, sin importar las tristezas, la nostalgia, los achaques o las dificultades que al momento enfrente; solo doy gracias.

Es común que al inicio del mes en el que nací vengan a mi mente imágenes de algunas de las 49 celebraciones que, por mis cumpleaños, he tenido la dicha de disfrutar hasta ahora. Muchas vienen acompañadas de sonidos, de risas, de alegría y de mí sentada frente a un pastel, generalmente rodeada de sonrisas y de buenos deseos; me agradan bastante esos recuerdos. Son tantos que no logro distinguirme a ciencia cierta, no puedo acomodarlos en orden, por momentos me veo de adolescente, otras de niña, otras ya de adulta joven y de repente regreso a una imagen de. Viajo por esos toboganes de imágenes muchas veces y desde ahí inicia el disfrute del día de mi santo, que se aproxima poco a poco.

Durante mi niñez, era una bella tradición que en los días de cumpleaños alguno de los otros miembros de la familia se despertara lo más temprano posible y se apresurara a poner en el tocacintas el disco de las “Mañanitas” y con ello despertar al festejado. Realmente gozaba esos momentos, despertar con la voz de Pedro Infante cantando: “Estas son las mañanitas…”. Me emocionaba mucho, sin importar si era o no mi cumpleaños. El o la festejada igualmente se llenaba de alegría y cada uno de los otros miembros de la familia se acercaba a su cama y le deseaba lo mejor para ese nuevo año de vida, muchas veces iba acompañado de un abrazo de corazón, lleno de verdaderos buenos deseos.

Una vez cantadas las primeras “Mañanitas” del día, venía el ritual de celebrar al festejado siendo el “rey” o la “reina” por un día.  Ese día el festejado/a desayunaba, comía y cenaba lo que se le antojara, no había reclamos ni restricciones. Aunado a lo anterior, el festejado/a no tenía que hacer sus obligaciones en casa, ese día todos los otros hacíamos lo que a él/ella le tocaba. Era toda una jornada de papachos y de atenciones que buscaban reiterar la belleza de aquel día en el que llegó como un nuevo ser a formar parte de la familia. Me gustaba eso de ser muy importante en mi cumpleaños, aunque en el fondo supiera que mis padres siempre nos hacían sentir importantes, únicos y amados y que procuraban atendernos lo mejor que sus capacidades del permitían.

Esos bellos momentos marcaron en mi vida la importancia de no sufrir el paso del tiempo, sino al contrario, celebrar el paso del tiempo. Entender que a la edad no se le tiene que temer, se le tiene que aprender. La vida es cuestión de maduración y los cambios en nuestra apariencia y en nuestra manera de ver lo que sucede a nuestro alrededor son una extensión de nosotros mismos; es nuestra esencia. Así que no debemos de despreciarlos ya que, al hacerlo, al querer detener el envejecer de nuestro cuerpo, intentamos detenernos a nosotros mismos, a nuestro proceso natural como seres temporales en este bello planeta Tierra.

No dejemos de celebrar en familia, atesoremos las tradiciones familiares cultivadas por años, de generación en generación, llenas de significado, llenas de amor y de dedicación. Sin lugar a duda las tradiciones de celebración dentro de cada hogar mexicano son distintas, pero al final comparten un gusto y un perfil familiar y social. Nunca perdamos eso que nos hace tan únicos, cada país debe de procurar mantener el arraigo y una de las maneras de hacerlo es mediante las tradiciones dentro de las familias.


@balles72
Dedicada a la traducción, capacitación y enseñanza de inglés. Mediante la correcta enseñanza de la lengua se transmite a los educandos cultura y nuevas formas de comunicación y de desarrollo personal, ampliando su visión del Mundo y de su papel en él. El objetivo en mi vida profesional es lograr lo anterior por el bien de la sociedad en general.

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