Llamarada de petate

En estos tiempos ecológicos posmodernos, usar frases como “matar dos pájaros de un tiro”, “ser anticlimático” o “del tamaño de sapo la pedrada”, puede ser políticamente incorrecto, por lo cual tendré que desarrollar con cuidado el título de esta contribución.

Me refiero a las reacciones, casi siempre virtuales, en redes sociales que levantan la voz y llaman a la acción inmediata cuando una alerta ambiental nos invita al movimiento para cambiar nuestros patrones de consumo y responsabilidad ciudadana. No sé por qué mientras más intangible o lejana sea la opción mayor es el entusiasmo. Por ejemplo, cuando hace semanas tuvimos una emergencia ambiental por altos contenidos de partículas suspendidas en el área metropolitana o la crisis de los incendios en el Amazonas, vi reacciones tan peculiares como salir en colectivo y usar vehículos de combustión interna, o ir a reforestar en una semana los bosques alrededor de la Ciudad de México. Mientras tanto continuaban las pláticas de café, al calor de las preocupaciones pasajeras; claro, siempre y cuando el celular no nos distraiga con un nuevo meme contra la jefa de gobierno. Ingenuamente creí que los mercados alternativos, orgánicos o de consumo responsable estarían desbordados de nueva gente consciente, la misma que por millones firmaba las denuncias en Change.org (4.5 millones de firmas). Me cayó luego el veinte y fui realista. Había soñado lo imposible: llegarían por por miles…. Nada pasó. Es más, ni a la mayoría de mis colegas y ex colegas vi por ahí. A esto le llamo “llamarada de petate”.

Mientras escribo esto escucho en el Huerto Roma Verde, espacio alternativo de la colonia Roma, en la Ciudad de México, a ambientalistas consumados convenciéndose de que la biodiversidad y el cambio climático son demasiado importantes para dejarlos en manos del Estado mexicano, por lo que proponen acciones y batallas concretas y pragmáticas. Un cambio de paradigma en asociación con comunidades originarias y pueblos locales que puedan invitarnos a repensar nuestro compromiso individual y colectivo. Dicen: el tiempo de la inacción se acabo.

Proponen principalmente: empoderar a la ciudadanía en sus aspiraciones de bienestar, democracia energética descentralizada, alianzas ambientalistas con los sectores sociales rurales para el consumo responsable, movilidad compartida preferente, observatorios de la acción pública con acceso a información veraz y oportuna. Se oponen con vehemencia a la fractura hidráulica, a la minería expansiva y al uso de plásticos no biodegradables, con leyes claramente expresas en México; y, de paso, como mensaje a muchos países del mundo, llaman a enfatizar los derechos de la naturaleza.

Repienso mi postura pacifista humanista recordando la reacción de miles de mujeres hace pocas semanas y creo, más ahora, que tienen razón: es más violento abusar en forma recurrente e instalada de las mujeres que romper un vidrio. Eso fue mucho más que una llamarada de petate: este movimiento feminista va a cambiar hasta la forma de comunicarnos.

En el mismo sentido avanza el movimiento encabezado por una jovencita noruega de tan solo 16 años, Greta Thunberg, quien básicamente plantea exigir contundentemente y por encima de los gobiernos un cambio de rumbo económico urgente y llama a una huelga general mundial para el 20 de septiembre; es decir, ya. Acciones radicales así pueden ser más impactantes que una llamarada de petate, aunque esta última pueda provocar incendios de proporciones inimaginables. Mi reflexión va, entonces, en el sentido de llamar a la congruencia y al compromiso personal y colectivo por el bien común, para que no perdamos la batalla y dejemos de ser observadores que documentan la tragedia.

Pedro Álvarez Icaza. Experto en política ambiental y en gestión y manejo de recursos de cooperación multilateral internacional. Forma parte del programa de líderes ambientales de El Colegio de México.

@alvarezicazapc

Otros textos del autor:
-Primer informe: pensar diferente en política ambiental
-¡Carajos, se quema el Amazonas!

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