Ciudad de México a 18 noviembre, 2025, 15: 01 hora del centro.
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Si tocan a una, respondemos todas. Presidenta, no estás sola

Marcela Huerta-H (1)

Tras vivir una agresión sexual en un recorrido público, la Presidenta habló no solo por sí misma, sino por todas. Parafraseando su mensaje

Escucharla me llevó a recordar las agresiones que muchas hemos vivido. Todas sabemos que, ante una violencia sexual, la reacción no es automática: el cuerpo entra en shock, una se paraliza, pierde voz, aire, capacidad de respuesta. Y después llega el juicio social: “¿por qué no gritó?”, “¿por qué no se defendió?”. Como si existiera una forma correcta de sobrevivir al abuso. Como si la responsabilidad fuese nuestra y no del agresor.

Ese cuestionamiento constante también es violencia. Nos obliga a cargar culpas que no son nuestras, a dudar de nosotras, a callar. Pero cuando la Presidenta habló y decidió denunciar, nos recordó algo fundamental: no estamos equivocadas, no estamos exagerando, no estamos solas. Su experiencia encarna el miedo y la rabia de millones de mujeres, pero también la fuerza de decir “basta”.

Que la primera mujer Presidenta de México viva y denuncie una agresión sexual no es un detalle menor; es histórico y profundamente simbólico. Durante siglos se nos dijo que el poder no era nuestro lugar, que la autoridad tenía voz masculina, que el espacio público era territorio hostil para nosotras. Hoy, una mujer encabeza la Nación y aun así el patriarcado intenta recordarnos que nuestro cuerpo les pertenece.

Ella no solo defendió su dignidad: defendió la dignidad política de todas. Al alzar la voz, dejó claro que no hay cargo que nos proteja del machismo, pero sí hay algo que puede hacerlo: la fuerza colectiva de las mujeres. Su denuncia es un acto político, un mensaje claro desde el más alto lugar del Estado: la violencia contra las mujeres no se normaliza, se enfrenta.

Y, como era de esperarse, la derecha respondió con su reflejo más viejo: negar, burlarse, ensuciar. No les bastó difundir y minimizar la agresión; hubo quienes tuvieron la bajeza de llamar a la agresión “montaje”, confirmando que para ellos la violencia contra las mujeres solo importa cuando sirve a su narrativa. Las mismas voces que guardan silencio ante la violencia machista hoy pretenden que lo ocurrido a la Presidenta es una “exageración”. Les duele que una mujer denuncie. Les duele que una mujer no se incline ni se calle. Porque para el patriarcado incrustado en la derecha conservadora, la mujer que levanta la cabeza es una amenaza.

Frente a eso, nuestra respuesta es clara: la violencia que se normaliza se repite. La violencia que se nombra se combate. Y esta vez no nos van a hacer callar. Por eso hoy levantamos la voz juntas. No hablamos solo de un episodio, sino de siglos de violencia y de un presente que exige resistencia. Lo que está en disputa no es una anécdota: es el derecho de las mujeres a caminar libres, a ocupar espacios públicos, a gobernar, a existir sin miedo. Y ante ese desafío respondemos con la fuerza de siempre: si tocan a una, respondemos todas. Presidenta, no estás sola. Su valentía al denunciar nos convoca y nos recuerda que ninguna mujer merece silencio ni humillación. Nuestra presencia en la vida pública no es concesión: es conquista, memoria y futuro.

Hoy no defendemos solo a una mujer; defendemos un principio y una nación que avanza con dignidad hacia el reconocimiento pleno de las mujeres en la vida pública. La agresión a la Presidenta no borra avances; revela lo que aún falta y reafirma la urgencia de construir instituciones sensibles, leyes firmes y una cultura que entienda que el cuerpo de las mujeres no es territorio disponible.

Pero también revela nuestra fuerza: la que nace de las luchas de nuestras madres y abuelas, de las jóvenes que hoy alzan la voz sin miedo, de la convicción de que la transformación del país solo será verdadera si es feminista, popular y humanista. Ante cada acto de violencia, responderemos con organización, con justicia y con amor político. Porque quisieron reducir a la Presidenta, pero se encontraron con millones. Y mientras una sola mujer en México sea agredida, no vamos a retroceder ni a guardar silencio.

Caminamos juntas. Y no nos van a parar.

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