Nelyda Saldaña Horizontal

Soberanía mexicana: la firme respuesta de Sheinbaum

En el complejo escenario internacional, las relaciones entre México y Estados Unidos han sido tema de conversación en la vida pública, resaltando de manera consciente que las decisiones y las declaraciones de ambos gobiernos tienen un impacto directo en la vida de las y los ciudadanos.

En los últimos días, la relación entre México y Estados Unidos ha estado bajo los reflectores, Se desató un nuevo episodio tras las diferentes publicaciones de “La Casa Blanca”, acusando al gobierno de Claudia Sheinbaum de estar vinculado con el narcotráfico. Este ataque no solo fue injusto, sino que se construyó sobre una falacia: la supuesta vinculación de la administración actual con el crimen organizado, basada en hechos ocurridos en el sexenio de Felipe Calderón y la figura de Genaro García Luna, quien ocupaba el cargo de Secretario de Seguridad Pública en aquel entonces.

Frente a estas acusaciones infundadas, la Presidenta Sheinbaum mostró una respuesta firme y clara. Su reciente llamada telefónica con Donald Trump, en la que negociaron la suspensión de aranceles que amenazaban con afectar la economía mexicana, fue un ejemplo rotundo de cómo la diplomacia, el respeto por la soberanía nacional y el compromiso con el bienestar de la población deben ser prioridad.

En un contexto donde el gobierno estadounidense lanzaba ataques sin fundamento, la presidenta no solo defendió a México, sino que también dejó claro que bajo su liderazgo, el país no se sometería a presiones externas: «Coordinación, sí; subordinación, no.”

Esta frase resume de manera precisa la postura del gobierno de la presidenta Sheinbaum. Su administración ha sido contundente en su lucha contra el narcotráfico y la violencia, dejando claro que, aunque el narcotráfico es un problema grave que afecta a México, no se puede reducir a una cuestión de relaciones bilaterales. México no es el único actor en esta historia. Como bien lo señaló la presidenta, Estados Unidos debe hacer su parte, atendiendo tanto el consumo interno como la distribución de drogas en su territorio. Y no se trata solo de un intercambio retórico; se refiere a un hecho claro: el mercado más grande de drogas del mundo es Estados Unidos. El país vecino es, además, el principal productor y exportador de las armas que alimentan la violencia en México. Es decir, mientras los narcotraficantes operan en nuestro territorio, el flujo de drogas hacia el norte y el tráfico de armas hacia el sur perpetúan el ciclo de violencia que afecta tanto a México como a Estados Unidos.

La Doctora Claudia ha demostrado, con firmeza y sin tambaleos, que la lucha contra el narcotráfico no puede ser una carga unilateral. No es justo que México cargue con el peso de un problema que también tiene raíces profundas en el vecino del norte, por lo que, el llamado a una cooperación real, donde ambos países se comprometan a enfrentar el tráfico de drogas, la violencia asociada y la producción de armamento ilegal, es más que legítimo. México necesita colaborar, sí, pero jamás debe ser considerado un subordinado en este proceso.

Además, es necesario reconocer el trabajo constante que la administración que nuestra Presidenta ha realizado para disminuir la violencia en el país. No se trata de una postura de aceptación pasiva frente al narcotráfico, sino de un esfuerzo constante para erradicarlo desde sus raíces. Como lo ha señalado la presidenta; el objetivo es la paz y tranquilidad para el pueblo mexicano, y en este proceso, se combate tanto la producción como la distribución de drogas.

Por otro lado, resulta vital señalar la hipocresía en las acusaciones lanzadas por la administración estadounidense. Mientras se señala a México de manera infundada, Estados Unidos sigue siendo el mayor consumidor de drogas y el mayor abastecedor de armas ilegales que alimentan la violencia en México. Esta doble moral es innegable.

La postura de la presidenta Sheinbaum no solo defiende la soberanía de México, sino que también defiende a los mexicanos. En un mundo donde las relaciones internacionales a menudo se manejan con intereses y poder, la presidenta ha hecho un trabajo admirable al dejar en claro que el bienestar del pueblo mexicano es la prioridad, y que la colaboración entre naciones debe ser de igual a igual, sin imposiciones ni subordinaciones.

En conclusión, México, bajo el liderazgo de Claudia Sheinbaum, ha demostrado que no está dispuesto a ceder ante ataques infundados ni a someterse a presiones internacionales. Este es un gobierno que pone, por encima de todo, la defensa de la soberanía, la paz y la seguridad de los mexicanos, y que ha dejado claro que, con o sin el apoyo de otros países, la lucha contra el narcotráfico debe ser una responsabilidad compartida, pero nunca unilateral.

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