Todo cambia. Los medios, poco

Todo cambia. Los medios, poco

Si el personaje de Gabriel Retes en la legendaria película El bulto (1992) despertara hoy, luego de 20 años en coma, y se quisiera poner al día viendo los titulares de los diarios, de los noticiarios, o leyendo las principales columnas en el país, solamente podría pensar: México está al borde del apocalipsis.

Su reacción sería la normal en alguien que ve por todos lados que la inseguridad está más grave que nunca, que la economía se está yendo por un tubo, que se están desmantelando las instituciones, se está acabando con la división de poderes y que se atenta sistemáticamente contra la libertad de expresión (alguien vivillo quizá sí se preguntaría cómo es que puede leerse y escucharse todo eso sobre el gobierno, así, tan libremente, en los principales espacios informativos, en caso de que esto último fuera cierto).

Aun cuando, afortunadamente, la población mexicana no está conformada por Gabrieles Retes despistados, los medios de comunicación, particularmente los tradicionales, continúan imponiendo una especie de cerco informativo, una sola mirada, que pareciera más dispuesta a generar ruido que a explicarse la realidad.

Nos encontramos a 6 meses de un escenario que no sólo ha implicado una transición del poder político formal, sino también una nueva relación de éste con otros actores que históricamente han detentado grandes márgenes de poder, entre los que por supuesto se encuentran los medios masivos de comunicación (no el periodismo marginal, que más bien ha sido acallado y perseguido).

Vale la pena, por tanto, tratar de entender la lógica con que se ha venido informando sobre el significado de las acciones de gobierno y su alcance. Más allá de la burda imagen del periodista recibiendo dinero y línea, existe en medios una ideología introyectada que se encuentra más cómoda con el mundo neoliberal del que venimos que con el que tenemos enfrente. Se defiende entonces que el buen periodismo es, debe ser, una cruzada contra el poder, señalando como fuente de éste al gobierno, al mismo tiempo que se obvia la existencia de otros grupos de poder oligárquicos, que hoy se encuentran enfrentados con aquél. Han tomado partido por y reproducido el discurso de esos grupos de poder económicos.

No existe, por tanto, la menor intención de comprender los objetivos del nuevo gobierno, la
dimensión de los retos, ni los pormenores del proceso que se está atravesando. Un botón de muestra de esa lógica es el planteamiento categórico de que, en el tema de inseguridad,
estamos peor que antes y que ya es un fracaso de gobierno, aun cuando todavía no tenemos datos confiables para hacer un diagnóstico.

En una conversación reciente con la abogada Layda Negrete, que hoy forma parte del Consejo Técnico para transformar a la PGJ de la Ciudad de México en Fiscalía, me explicaba que identificaron una gran cantidad de datos maquillados sobre los índices delictivos que el
gobierno anterior usaba para matizar el fenómeno en la ciudad. De manera que frente a la
pregunta sobre si ha aumentado el nivel de criminalidad en la ciudad la respuesta es: no
sabemos. Tratemos de imaginar lo que una explicación de esta naturaleza puede hacer frente a la histeria mediática que a coro asegura que, sin lugar a dudas, la criminalidad ha crecido en la ciudad, derivando en solicitudes de destitución de funcionarios públicos.

Es de una importancia vital para el ejercicio democrático contar con información e
interpretaciones que sean responsables, diversas y busquen la construcción de mejores
políticas públicas desde una visión de justicia y equidad. Afortunadamente existen algunos espacios en los que se ha abierto camino y agradezco profundamente la oportunidad que se me ha dado de formar parte de ese cambio en los que hoy participo, sin retricciones.

Pero deben existir nuevas plataformas editoriales que contribuyan a ese propósito. Por esta razón hoy me sumo con gran entusiasmo a este esfuerzo informativo y de opinión, con la certeza de que no hará sino nutrir la discusión.

Azul Alzaga Magaña. Analista política y social, politóloga del CIDE
y fundadora de la a
sociación civil Observatorio de la Justicia A.C.
Actualmente es colaboradora de
Milenio como columnista invitada
en temas políticos, en materia de comunicación, seguridad y justicia,
así como co-conductora del noticiero dominical de las 22:00
y del segmento de entrevistas
La conversación.
Así mismo, colabora como coordinadora de invitados
del programa
La maroma estelar, de Canal Once.

Twitter: @azulalzaga

Facebook: Azul Alzaga

Sobre el autor

Comparte en:

Comentarios