En su reciente libro ¡Gracias!, Andrés Manuel López Obrador dedica el capítulo 19 para abordar la propuesta del Humanismo mexicano como resultado de una larga lucha y un ejercicio necesario de conceptualización para lograr el bienestar y la justicia social en nuestro país.
El Humanismo mexicano se erige sobre dos pilares fundamentales: la herencia cultural de los Pueblos que han habitado nuestro territorio por siglos, y la rica historia política de México. La intersección entre la herencia cultural y política forma la base del Humanismo mexicano, una propuesta que busca fusionar valores arraigados en la tradición con principios políticos progresistas. Esta convergencia ofrece un marco sólido para abordar los desafíos sociales y políticos actuales de México, promoviendo la solidaridad, la justicia y la equidad como pilares fundamentales de la sociedad.
En cuanto a la herencia cultural, destacan cuatro elementos que han moldeado el temple del Pueblo mexicano: el uso comunal de la tierra, en cuyo antecedente se muestra que provenimos de un Pueblo que puede organizarse más allá del absoluto principio del propiedad privada y puede visibilizar formas colectivas de distribución de riqueza y la satisfacción de las necesidades; la ayuda mutua y la solidaridad; principios culturales que nacen de los núcleos sociales y familiares, que a pesar de las adversidades, somos un Pueblo que se preocupa por sus semejantes y tiende la mano con generosidad y desinterés a sus iguales; la libertad humana como principio esencial, pues provenimos de Pueblos ancestrales que se erigieron para el florecimiento de sus culturas y las personas dentro de sus civilizaciones, dando pie a conocimientos milenarios de arte, medicina, astrología, agricultura, y muchas disciplinas más; y la honestidad, tanto individual como colectiva, como un principio central de las personas y comunidades de las que provenimos. Estos valores han perdurado a lo largo de la historia y siguen influenciando la identidad nacional.
Valores como la fraternidad, la libertad, la justicia y la honestidad se combinan con principios de equidad, solidaridad y distribución justa de la riqueza. El postulado de la Economía moral refleja la convicción de que el progreso sin justicia social es retroceso, y que el Estado debe garantizar condiciones para la felicidad y el bienestar del Pueblo, desterrando la corrupción y los privilegios. La Economía moral encuentra su fundamento en la fuerte idea de que “Por el bien de todos, primero los pobres”.
Sobre la herencia política, la narrativa histórica propuesta por el Licenciado López Obrador rescata los principios que han guiado la lucha del Pueblo mexicano desde sus inicios hace más de doscientos años. A través de ejemplos específicos, se revela cómo figuras y momentos históricos han encarnado los principios del Humanismo mexicano, marcando así el curso de la identidad nacional y la lucha por la justicia y la igualdad.
El Humanismo mexicano encuentra sus raíces en la rica herencia política de México. Desde la fundación del país en el proceso de independencia, así como en las transformaciones de la época de reforma y la revolución mexicana, figuras como Miguel Hidalgo, José María Morelos, Benito Juárez, Emiliano Zapata y Francisco Villa han encarnado los principios del Humanismo, luchando por la justicia, la libertad y la igualdad. Ejemplos como los Sentimientos de la Nación de Morelos y la Reforma de Juárez destacan la búsqueda de cambios profundos en el sistema político, económico y social: la libertad de todos los habitantes como iguales, eliminando toda forma de esclavitud, el fin de los privilegios de clase, el bienestar de los más desfavorecidos, la justicia social, la reducción de la desigualdad, la pobreza y la violencia, el desterrar la corrupción, la separación del poder religioso del político, antecedente de la propuesta actual de separación del poder económico del político. La Revolución Mexicana, liderada por Francisco I. Madero, Emiliano Zapata y Francisco Villa, entre otros caudillos, representó un punto de quiebre en la lucha contra el régimen porfirista y la búsqueda de una mayor democracia y justicia social. El General Lázaro Cárdenas llevó a cabo acciones como la nacionalización del petróleo, que reflejaban un compromiso con la transformación social y el apoyo popular para lograr la transformación soberana de la realidad en México.
Así, es nuestra herencia política los principios transformadores de la honestidad, la austeridad del gasto público, el patriotismo, la soberanía nacional y la perseverancia en las convicciones que se saben justas.
El Humanismo mexicano emerge como una alternativa viable para la transformación social en México. Es imperativo que la sociedad mexicana se una en torno a estos valores y promueva su implementación en todos los ámbitos de la vida nacional. Solo así podremos construir un México más justo, próspero y solidario para las generaciones futuras.
En última instancia, abrazar y promover el Humanismo mexicano es más que adoptar una ideología política; es un compromiso con nuestra historia, nuestra identidad y nuestro futuro como nación. Es hora de dar paso a un nuevo capítulo en la historia de México, uno en el que el Humanismo mexicano ilumine el camino hacia un mañana mejor para todos, para seguir construyendo un México más justo, equitativo y próspero para todas y todos.
Estas líneas aspiran a ser una síntesis del capítulo mencionado, para ser útil para seguir aproximándose al concepto, y por supuesto, para abrir una sincera invitación a leer la obra completa, es necesario que esta propuesta se difunda y se incorpore en las conversaciones políticas y comunitarias, para seguir avanzando hacia un país donde la dignidad y los derechos de todos sean respetados. En última instancia, el Humanismo mexicano nos invita a reflexionar sobre nuestra identidad nacional y nuestro compromiso con la justicia social.