WhatsApp Image 2024-08-27 at 14.48.11

Relación bilateral México-Estados Unidos: consideraciones políticas

La relación bilateral entre México y Estados Unidos de Norteamérica es —quizás— la más importante para nuestro país. Las razones son varias y diversas, destacan: el mantenimiento de la seguridad regional y nacional de ambos países; el nivel de los intercambios comerciales; la cantidad de connacionales     que radican en EUA; la estabilidad económica y el desarrollo de lo acordado en el tratado comercial T-MEC; y un innumerable etcétera. Dados los espacios de interacción entre ambos países, la relación se ha profundizado a nivel social y cultural —quizás de manera acentuada en las ciudades fronterizas del país—, así como económica y políticamente.

El grado de imbricación ha significado para México, el crecimiento de una relación de dependencia económica. Esto representa una oportunidad y un riesgo simultáneos. Es una oportunidad dado que la economía estadounidense representa una demanda de consumo de productos manufacturados, energéticos y materias primas, por mencionar algunos, de proporciones inigualables. También es un riesgo dado que los período de crisis, recesión, decrecimiento y estancamiento económico, tiene mayores impactos en una economía media como la de México.

Algunos datos que demuestran fehacientemente el valor de la relación económica entre México y EE. UU. son, el registro de EE. UU. como principal destino de las exportaciones mexicanas. En lo que va del año 2024, las exportaciones de México hacia EE. UU. representan el 84% respecto del total, es decir una suma que asciende a más de US$248,386M. En adición, las y los trabajadores mexicanos en EE. UU. registran sumas estratosféricas de remesas, para el segundo trimestre de 2024, México recibió US$16,639M en remesas desde Estados Unidos.

La dinámica económica entre EE. UU. y México constituye una relación de franca desigualdad o, como argumentó Erika Pani en el texto “Doscientos años de relaciones México-Estados Unidos”, una asimetría histórica. El problema es cuando dicha relación económica se traslada a lo político, tanto en la política doméstica como en el desarrollo de la política exterior estadounidense. Esta es una consideración política relevante, sobre todo porque EE. UU. permanentemente ha condicionado su cooperación en materia económica a la aceptación explícita de cierta influencia política.

Dicha dinámica asimétrica en lo económico fue trasladada a la distribución de poder político en la relación bilateral. Es decir, la hegemonía dada por la dimensión económica de EE. UU. significó para México el detrimento de su capacidad política para decidir —incluso— sobre asuntos estrictamente internos. Así fue durante un largo trecho de la historia reciente nacional. Las materias sobre las que EE. UU. definió agendas, estrategias y rutas son varias y diversas. Destacan, por ejemplo, el caso de seguridad y migración en los que la agenda mexicana pereció al poder de EE. UU.; fue hasta 2020-2021 que la relación pasó a convertirse en los términos de entendimiento (con el acuerdo Bicentenario) y no de imposición.

Ahora mismo la relación parece crispada, sobre todo porque ante los argumentos de soberanía plena para decidir sobre asuntos internos se coloca en tensión ante la relación bilateral con EUA. Para México es fundamental cuidar, proteger y profundizar la relación bilateral en un contexto de respeto a la soberanía nacional. En el corto plazo, el reto será demostrar que la relación de dependencia económica no se traslada automáticamente a la construcción de una relación de subordinación política. Además, señalar —con pertinencia— el valor de la relación México-EE. UU. para ambos países.

Para lograrlo es necesario la construcción de una narrativa centrada en la generación de beneficios mutuos, el valor de la regionalización económica en Norteamérica y de la cooperación para la seguridad y desarrollo regional. En sintonía con esta narrativa, es indispensable el relato de que —con independencia de la profundización de la relación bilateral— los Estados nacionales tienen el arbitrio para tomar decisiones de carácter interno. Ese, seguramente, es un mensaje necesario respecto de las nuevas características política de la relación bilateral.

Sobre el autor

Comparte en:

Comentarios