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Seguro Popular vs INSABI

Hace unos días, el Diputado panista Jorge Triana propuso con sarcasmo realizar una consulta popular sobre si debíamos o no regresar al fallido modelo de salud pública conocido como Seguro Popular, que predominó durante el neoliberalismo en México.

Dado que los resultados de su ejercicio serían obvios, me tomé la libertad de responderle con datos duros sobre lo ocioso de seguir añorando ese sistema privatizador, que no era seguro, ni tampoco popular.

Para empezar, esa política no atendía a la diabetes en sus distintos tipos, a pesar de ser la principal enfermedad crónico-degenerativa en México. En contraste con el nuevo modelo del Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI), que no sólo los atiende, sino también los previene.

Por otro lado, el Seguro Popular tampoco cubría el padecimiento de insuficiencia renal crónica ni las cardiopatías, que resultan ser las enfermedades más catastróficas tan solo por el costo que representan. Esto que contrasta con el Fondo de Salud para el Bienestar administrado por el INSABI, que sí las cubre.

Asimismo, el cuadro de medicamentos que tenía el Seguro neoliberal estaba conformado por nada más que 307 claves. A diferencia de los más de 2 mil medicamentos cubiertos por el INSABI; mismos que se encuentran garantizados gracias al rediseño de su proveeduría, el cual incluso le ha generado ahorros al Estado mexicano por el orden de 117 millones de dólares por el modelo de compras consolidadas.

Todo lo anterior sin mencionar que ni un solo médico, enfermera u hospital, formaban parte del Seguro Popular. En consecuencia, para que este último pudiera operar, era necesario subrogar toda su atención médica a los sistemas públicos de salud, mientras mantenía una burocracia administrativa costosísima.

No es casualidad que con el nuevo modelo del INSABI, se pueda dar base a 86 mil profesionales de la salud, dado que la cobertura se haya vuelto universal y la atención sea gratuita y de calidad.

Con la política en materia de salud de esta Cuarta Transformación se retoma el concepto de las redes integrales de salud; con médicos familiares que estén cerca de las personas para darle seguimiento y prevención a sus padecimientos. Se federalizarán a su vez los servicios estatales dispersos; y se fortalecerá la industria farmacéutica nacional.

Sin embargo, el beneficio más importante y trascendental de haber acabado con el modelo privatizador del Seguro Popular, es haber migrado a un esquema integral de salud basado en la prevención, que tiene su base desde 1978 por la Cumbre de Alma-Ata.

Desde aquel entonces, el mundo sabía del potencial que tiene la atención primaria para brindar salud de calidad a todas y todos con proyección al nuevo milenio. Lástima que a nuestro país le tocó vivir la pesadilla neoliberal que vio en la salud una lógica de mercado, en la que el tratamiento de las enfermedades adquiridas solo podía brindarse a un alto costo, como única respuesta para preservar la vida (siendo que el 80% de las enfermedades que padece la población mexicana son crónico-degenerativas prevenibles).

Ahora, al ser la salud parte fundamental de esta Transformación, no es cosa menor garantizar el derecho a la protección de la salud, para lograr una vida mejor y más justa para todos.

Al Diputado Triana no le gustó mi respuesta. Lo reté a un debate para discutir este tema, al cual rehuyó.

Sin duda, la oposición no tiene defensa alguna para con su Seguro Popular, como sí la tiene el INSABI.

Lo que es un hecho, es que ya no hay vuelta atrás. En México la salud como negocio se acabó, pues en la Constitución dejamos plasmado que la salud es universal y gratuita para todas y todos los mexicanos.

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