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Lecciones y reflexiones

Por: Sofía Lameiro Díaz

La verdad es que este proceso electoral nos fue mejor de lo que esperábamos. Después de un año bastante complicado, la participación ciudadana no cayó tanto como anticipábamos, tan solo un 10% en comparación con el 2018 (52% del padrón electoral a nivel nacional votó en comparación con el 63% en 2018). La gente salió a votar, participó y estuvo al pendiente de los resultados.

Como toda elección intermedia, fue menor la participación, pero no podemos negar que, a pesar de la pandemia, las fechas y los estragos del ambiente político, el Pueblo sigue muy atento de la vida pública en el país; y eso es algo digno de celebrarse.

A nuestro movimiento no le fue tan mal como muchos auguraban. A nivel nacional obtuvimos grandes victorias, como una cámara con cerca de 200 diputados y diputadas de nuestro partido y 11 gubernaturas. En lo local ganamos varios congresos locales y ayuntamientos.

En los procesos locales, hay algo que no debemos dejar pasar, porque son varios focos rojos sobre cómo está estructurado nuestro movimiento y nuestro partido, ya que en algunos estados no nos fue bien. Muy revelador de esto es la Ciudad de México y Jalisco, donde no se ganó lo que se esperaba.

Ya sea por la desorganización, la falta de estructura o por la mala selección de candidatos y candidatas, nos deja muchas reflexiones y responsabilidades que debemos asumir.

Al partido le toca ponerse en orden de una buena vez. No podemos pretender que nuestro proceso de transformación puede continuar con una militancia desorganizada y desperdiciada, con procesos internos desastrosos, con poca estructura y —sobre todo— con un partido que sólo se activa cuando vienen los procesos electorales.

Estas elecciones las pudimos haber ganado, pero perdimos más de lo que esperábamos en el camino. No seamos ilusos en creer que, sin hacer nada ante los graves problemas que enfrentamos, podemos continuar.

Muchos de nuestros cuadros políticos enfrentaron el proceso solos y solas, sin una institución estructurada que les respaldara, ayudara o simplemente les orientara en los asuntos más técnicos. Y aunque parece que podemos darnos el lujo de desatender ciertos problemas, en lo que sigue debemos estar preparados para poder crecer.

Vienen procesos importantes para nuestro movimiento y para el proceso de transformación nacional. No escuchar lo que el Pueblo nos está diciendo sería traicionar a nuestros propios principios e ideales.

Tenemos que hacer un mejor trabajo en los gobiernos locales, comunicar mejor, construir con mayor profundidad, preparar mejor a nuestros representantes populares y —en general— hacer mejor política, más apegada al Obradorismo.

Enfrentaremos la revocación de mandato en un año y es importante organizarnos; entender que el partido no es la aprobación del Presidente y que, si queremos potenciar y continuar con el proyecto de transformación nacional, debemos ofrecerle mejores opciones al Pueblo.

Hoy tenemos una victoria que nos sabe un tanto amarga y esas “banderas rojas” que estamos identificando no deben pasar desapercibidas.

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