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Militancia: trabajo y no privilegio

Es recurrente que en las asambleas y reuniones de simpatizantes y militantes de Morena se escuchen discursos centrados en la representación los intereses de las bases del partido-movimiento. Sin embargo, esa línea discursiva es solo un recurso semántico que escode la esencia de la composición del actuar político de quienes lo utilizan para sus intereses particulares, para sentirse auténticos o ‘the real shit’, convenciéndose falsamente de que representan a las y los militantes. No obstante, la interrogante es ¿quién los nombro representantes de la militancia? ¿De qué militancia?

Los actores o grupos políticos que asumen el discurso de representar a las bases actúan de manera nefasta, diferenciando entre los fundadores de Morena y quienes se integraron tiempo después, piensan que ser fundador es sinónimo de ser representante auténtico del movimiento. Es tanto el cinismo de autonombrarse así que desprestigian cualquier intento de movilización y acción para Morena, para no perder sus privilegios.

Lo que esconde la anterior declaración es la práctica política del sectarismo, que es antiobradorista por sí sola ya que deja asume que ser fundador es un privilegio, cuando por años hemos luchado por acabar con estos dentro y fuera del movimiento. Sin embargo, este tipo de prácticas políticas son absolutamente infortunadas, y van encaminadas formar la dirigencia o participar en los órganos del gobierno federal solo por haber participado y resistido en la lucha que encabezó Andrés Manuel López Obrador para llegar a la presidencia.

No obstante, la lucha por la trasformación ha sido, es y será por un cambio de régimen político en favor de los más desposeídos de nuestro país, y no por cargos en el movimiento o en el gobierno. Rompamos con la idea de figurar por figurar y buscar los reflectores mediáticos para los intereses particulares. Mejor utilicemos los reflectores seriamente para promover el movimiento y los logros del gobierno federal. Asumamos responsablemente que la lucha de la trasformación no es solo nuestra, sino de miles de millones mexicanas y mexicanos, sin importar si se integraron al movimiento hoy o hace 30 años.

El grado de desubicación de las y los militantes que funda su mérito político en ser miembros fundadores es tan alto que paralizan el quehacer político de la militancia, porque confunden y rompen la seriedad de conducción política del partido. Es terrible que, como militantes, peleemos por puestos y cargos y no por organizar desde el territorio la promoción, divulgación y difusión del mandato del Presidente para que el movimiento de trasformación prevalezca. El desgaste debe ser siempre hacia fuera, conquistando los espacios públicos que históricamente el neoliberalismo le arrebató al Pueblo, no por disputas sobre quién dirige el movimiento.

 

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