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No todas las personas aprenden observando

El regreso a clases presencial no obligatorio ya es una realidad. Esto da pie a señalamientos tanto a favor como en contra de “exponer” al virus SARS-CoV-2 a quienes dan vida al sistema educativo en México como docentes, personal de intendencia, administración o estudiantes (sean estas personas del género que gusten ser).

A estas alturas, el foco de atención debería estar en que, de hecho, la educación es el arma más poderosa para la transformación mundial, pero poco se ha visto reflejada una “nueva normalidad” cuando de impartir cátedra se trata.

Es decir, ¿quiénes en su claustro domiciliario han logrado convencer a los gobiernos de implementar soluciones eficientes y eficaces al problema público de alfabetizar, instruir y hasta educar desde casa o en un modelo híbrido? Si bien la pandemia de covid-19 es una situación de excepción y no de regla, es un hecho que poco se han tomado en cuenta los tipos de aprendizaje a la hora de ponderar una postura a favor o en contra de acudir a las escuelas.

Las escuelas, por cierto, se convirtieron en blanco de rapiña o en casillas electorales; solo en casos aislados, algunos directores o directoras de escuelas rurales las rehabilitaron, equiparon o forestaron con miras a un regreso a clases que ofreciera un espacio seguro para quienes han tenido que transitar de un día para otro hacia una rutina que poco abonaba al bienestar del mundo previo a la pandemia, pero que, en medio de la misma, tampoco termina de ofrecer una dinámica nueva que prevenga, mitigue o restaure los estragos de la depredación de los ecosistemas cuyo desequilibrio produjo la pandemia de 2020 y cuyo final no se ve claro.

La importancia de optar por clases semipresenciales o confluir en el mismo espacio de manera esporádica obedece a una lógica elemental para quienes han ejercido la docencia y/o la investigación: existen diferentes tipos de aprendizaje. No todas las personas aprenden observando y para quienes el aprendizaje ha sido una experiencia negativa durante la cuarentena, la posibilidad de optar por acudir de manera voluntaria a las escuelas les permitirá volver a administrar su tiempo y adaptarse paulatinamente al nuevo contexto.

La corresponsabilidad observada entre padres y madres de familia, docentes, personal administrativo, organizaciones vecinales, gobierno, organizaciones de la sociedad civil y empresas es un signo favorable para la recuperación de los espacios educativos. Esta inercia es necesaria para replantear la necesidad de espacios verdes, huertos escolares e infraestructura deportiva en sus instalaciones. Más de 25 millones de alumnas y alumnos tan sólo de educación básica necesitan recuperar la capacidad de construir su propio presente con la oportunidad de no repetir los errores del pasado.

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