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Sobrevivir es asunto de todos

Las respuestas injustas y superficiales de las élites liberales norteamericanas para abordar las problemáticas socioeconómicas derivadas del cambio del entorno económico, geopolítico y ambiental han dejado a las estructuras sociales intactas y explican el nuevo ascenso de Donald Trump. ¿En qué referencias históricas podemos inspirarnos para imaginar alternativas? La Sociedad de la Nieve[1], disponible en la plataforma Netflix, es un filme que narra la historia de una de las tragedias más conocidas de la aviación. Dirigida de manera magistral, la película detalla cómo algunos de los pasajeros sobrevivieron por más de dos meses en los Andes, bajo condiciones extremadamente adversas. Los radicales arreglos sociales a los que llegaron los sobrevivientes para subsistir en la montaña se pueden contrastar con nuestro entorno político y darnos una posible salida a nuestra situación.

La primera reflexión es sobre una verdadera inclusión social. En la película vemos que cada uno de los sobrevivientes tenían un lugar en la Sociedad de la Nieve. Preservar la vida de cada individuo mejoraba las posibilidades de la salvación de todo el grupo. Por lo anterior, me llaman la atención las moderadas posiciones de inclusión e igualdad que proponen los demócratas para atraer a una enorme base de votantes enojados. En lugar de adoptar políticas distributivas audaces que aborden la desigualdad económica de manera directa, la propuesta de justicia social se centra en el reconocimiento de las identidades, que se traduce en normalizar la excepción que personas no blancas, mujeres y de ciertas minorías ocupen puestos relevantes en la sociedad para mantener la ilusión del sueño norteamericano.

El mejor ejemplo de esto fue llevar a Barak Obama a la Casa Blanca. Lo anterior fue interpretado por el votante blanco precarizado como muestra de los privilegios otorgados a minorías favorecidas. Tan fue así que en 2016 eligieron a Trump en lugar de una mujer, Hillary Clinton. La ola “trumpista” continuará creciendo entre millones de norteamericanos que se sienten excluidos de la riqueza y grandeza de su país, mientras que no recuperen la confianza que sus instituciones transformarán la realidad que les oprime.

Un segundo aprendizaje es sobre cómo se reparte la carga social de la transición energética. En la película los sobrevivientes unían sus cuerpos dentro del fuselaje para no morir de frío por las noches. Para las clases medias y populares el costo de los energéticos ha sido una de sus mayores preocupaciones desde que estalló la guerra en Ucrania. Sin embargo, los sectores progresistas más acaudalados adquieren autos eléctricos con enormes subsidios públicos y se ostentan como protectores del medio ambiente. ¿Cómo votarán quienes ya no pueden pagar la gasolina o cubrir las cuentas del gas y la electricidad?

Pero la metáfora más poderosa de esta historia gira alrededor de los alimentos. Para subsistir en la cordillera fue necesario consumir proteína humana. Un hecho que generó enorme polémica cuando los sobrevivientes contaron su historia. Lo que sorprende es que no nos escandalizarnos hoy por sobrevalorar los estilos de vida de quienes pueden llevar una alimentación nutritiva, sana, orgánica y libre de proteína animal, mientras que vemos en nuestro entorno personas que para darle de comer a su familia acuden a los comedores comunitarios que ofrecen alimentos rescatados de la basura[2] o recurren a los cupones de descuento —que en su mayoría son para comprar productos ultra procesados chatarra[3]—. La sustentabilidad alimenticia de pocos se “sustenta” con la precariedad de muchos.

La agenda progresista impuso durante el período neoliberal normas culturales, sociales y afectivas con las que los ciudadanos construyeron sus expectativas y deseos para vivir una “buena vida”. Resaltando las virtudes de figuras excepcionales, privilegiadas y exitosas alimentaron un optimismo cruel que se mantuvo por cuatro décadas a pesar de las constantes desilusiones, de las promesas no cumplidas e incluso cuando las condiciones sociales, políticas o personales se volvieron opresivas[4]. Pero todo tiene un límite. Como nunca se trastocaron las estructuras de poder político y económico esas aspiraciones individuales se volvieron imposibles para  millones que han superado el mito del echeleganismo[5] y unidos encuentran en la grotesca figura de Donald Trump el instrumento para canalizar su frustración.

La Sociedad de la Nieve contradice en los hechos la pertinencia y efectividad de la agenda progresista norteamericana con sus políticas identitarias excluyentes y estilos de vida inalcanzables para las mayorías. Como el filme lo demuestra, la única manera de compensar la vulnerabilidad humana y la fragilidad individual es enfrentar de manera colectiva los retos de la vida. Sobrevivir es un asunto de todos, hasta de los muertos.


[1] La Sociedad de la Nieve

[2] ¿Qué ocurre con la comida sobrante en los restaurantes en EEUU?

[3] Olvídate de las restricciones a la comida chatarra. Es hora de eliminar por completo los cupones de alimentos – Fundación para la Educación Económica

[4] El optimismo cruel – ArtsLibris

[5] La cultura del echeleganismo | Satélite Conecta

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